Los aficionados normales al golf que acudieron el sábado al Club de Campo se camuflaban entre yuppies de fin de semana que abarrotan las zonas VIP del Open para ver y dejarse ver; CEO's, CMO's, CFO's, CCO's, COO's y toda la fauna de siglas modernas anglosajonas que se llevan ahora en las empresas, lucen pulseras de colores que dan acceso a las diferentes zonas restrigindas de este torneo.
Hay que reconocer que Madrid Throphy Promotion monta este pijerio como nadie. La experiencia es completa; la atención exiquisita y la oferta gastronómica, espectacular. Mientras, el pobre aficionado 'despulserado' no puede ni meter una triste botella de agua en el recinto, hay que pasar por caja a razon de cuatro euros el refresco. Excesivo, sobre todo si hablamos de un espectáculo como el golf, que nada tiene que ver con un concierto ni un partido de fútbol, para empezar porque la experiencia puede durar tranquilamente ocho horas y varios kilometros de caminata.
Pero la moda que más me indigna de los torneos de golf es la de la agresividad de los niños en el green del 18 coleccionando souvenirs de los profesionales del tour, como alguien no pare esto, van a terminar montando bandas organizadas, que ríete tú de las maras infantiles de centroamérica. Hace años los niños de mi generación simplemente poniamos cara angelical y extendiamos la mano, por si caía alguna de las bolas con las que habían terminado en el 18, ahora los chavales les exigen hasta el reloj.
El nombre propio del sábado es Ángel Hidalgo, muchos esperaban el descalabro, y entraba dentro de la lógica, teniendo en cuenta la situación y su corta experiencia en estas lides. Pero el marbellí hoy se ha ganado el derecho a tener un sitio en el corazón de los aficionados, por talento y sobre todo, por cojones. El crecimiento de Hidalgo en apenas dos temporadas ha sido espectacular, aunque todavía no haya inaugurado su palmarés en la primera división.
Hidalgo aprovechó la invitación de su amigo el chef Dani Garcia en 2023 para cumplir el sueño de visitar el Masters de Augusta, con tan buen tino, que terminaría desgañitándose en el hoyo 18 al cantar la victoria de Jon Rahm. Ángel disfrutó como un verdadero niño, pateando de arriba abajo las calles del campo más exclusivo del mundo, desvalijando la tienda de merchandising y soñando con estar dentro de cuerdas enfrentándose al Amen Corner. De aquella experiencia queda en su cuarto como un trofeo adolescente, la bandera de Augusta National firmaba por Jon Rahm en un marco. Solo ha pasado un año y medio desde aquella experiencia, y en este periodo a Hidalgo le ha dado tiempo a dejarse ver en el PGA Tour, a consolidarse en Europa y a jugar su primer major, el Open Championship de este verano. Allí se volvió a topar con Rahm y vio tras fallar el corte,el séptimo puesto del español, de nuevo desde fuera de cuerdas. Mañana por primera vez en sus carreras, se verán juntos dentro, jugando un partido estelar, en este caso, Hidalgo con dos golpes de ventaja sobre el de Barrika.
Jon cascó su driver en la salida del hoyo 5, se percató en el 6, cuando lo necesitaba para pasar la ria en su golpe de salida, pero el palo estaba inservible para el juego. El sabado ya no queda ni un camión de alguna de las diferentes marcas que hubiera resuelto el asunto con celeridad, asi que el dispositivo de solidaridad se puso en marcha y el palo llegó hasta las manos de Andrés Erburu, director de Golf Estudio. La tienda hoy sábado estaba cerrada, así que Andrés optó por acudir con el driver de Rahm al Centro Nacional, donde además guardan todas las especificaciones técnicas del swing del español y allí fue donde se procedió a reparar el palo, todo en tiempo récord para que justo llegara a manos del doble campeón de major antes de golpear su bola en el tee del 14.
Si (
No(
