“¡Vaya día!” En dos palabras resumió a la perfección Jon Rahm su aciaga tarde en el Club de Campo. Fue en el hoyo 12 tras fallar su enésimo fairway por centímetros. El golf es caprichoso y si ayer fue una máquina desde el tee, hoy no había manera de encontrar la calle.
Fue premonitorio el hoyo 1. En una tarde plomiza en Madrid, en la que no acaba el sol de aparecer, Rahm se contagió de esa indecisión climática. Drive muy a la derecha, tan a la derecha que puede ser la primera vez que haya cogido un wedge en el primer hoyo del CCVM. Imaginen de lo que estoy hablando que hizo 347 metros desde el tee. El approach se quedó en antegreen y ahí empezaron los problemas. Un putt más que tímido le dejó un compromiso de más de tres metros. De ahí hasta al final fue una pesadilla para el vasco.
Con los 72 golpes de hoy iguala su peor registro en el Club de Campo. Los fantasmas de aquel sábado de 2021 volvieron a aparecer y pudo ser incluso peor. Desde el tee irregular y gafado, con los hierros inconsistente, los wedges sin control de la distancia y el putter, ¡ay el putter! Daría la crónica entera para hablar solo de lo que le pasó al de Barrika en los greenes. Ni el propio Jon recordaba algo similar al acabar: “Nunca en mi carrera me ha pasado lo de hoy”.
En el 3, 5, 6, 8, 9, 10, 13, 14, 15, 16, 17 y 18. Parece el bingo pero no lo es. En todos esos hoyos pudo Rahm hacer birdie. Tres corbatas, bolas que se quedan colgando, caídas que parecen nítidas y no lo eran. Ciencia ficción lo del putter del vasco.
Con todo y con eso hay que reconocerle al vasco que ha estado de 10. Honor para Rahmbo que en uno de sus días más complicados de su carrera no ha perdido los nervios y se ha mantenido templado. No es nada fácil gestionar estar jugando mal y que te aplaudan todos los golpes. Ya lo dijo en la previa: “La gente tiene muchas ganas de que yo lo haga bien y yo también, cuando no pasa es difícil lidiar con ello”. La prueba más evidente fue en el tee del 7. Para entonces todo lo que podía salir mal, había salido peor. Pues se le vio departiendo amistosamente con el caddie de Yannick Paul con una sonrisa en la boca. En sus comienzos esto era impensable.
Por supuesto se le vio frustrado pero se nota que ha madurado y que estas situaciones las controla mucho mejor que antaño. Y sin perder el gen competitivo, él siempre lo ha dicho: “Si doy un mal golpe, claro que me enfado y es porque me importa. Y que me importe es algo bueno”.
Lo que quedó claro es la labor impagable que está haciendo por el golf en España. Cada año viene más y más gente. Es increíble ver en directo como una muchedumbre se agolpaba en cada hoyo para verle. Es una súper estrella con la capacidad de cambiar el rumbo de un deporte en su país y él es consciente. Por eso viene cada año y por eso su comportamiento hoy ha sido excelso.
Se presenta mañana a ocho golpes del líder Matthieu Pavon. Si estuviéramos hablando de cualquier otro golfista, ni se contemplaría ningún tipo de opción a ganar. El problema, o más bien la bendición, es que estamos hablando de un señor capaz de todo. Con 36 hoyos por jugar, no descarten a Rahm todavía. Tengan por seguro que él no lo ha hecho consigo mismo.