Ya me sabrán disculpar la licencia de haber titulado esta columna en inglés, pero cuando veía a Jon Rahm jugar anoche la ronda final del The Memorial Tournament mi cabeza ponía el archiconocido tema de Survivor como banda sonora de esos 18 hoyos que ya son historia del golf. Una banda sonora adaptada al de Barrika, claro, por que siendo seguidor de los de San Mamés era obligatorio cambiar el felino de esa historia.
Además, Jon no es silencioso y sutil en sus pasos como lo es el tigre de la canción, Jon es majestuoso y arrogante como el león y en esto también se parece mucho a ese Severiano Ballesteros al que siempre ha intentado emular y cuyos pasos está cada día más cerca de alcanzar.
Y es que los dos jugadores se parecen mucho. Los dos nacieron a orillas del cantábrico, igual eso es lo que da esa mirada de killer y esa altanería al caminar; los dos han ganado en más de una ocasión el Open de España y los dos son números uno del mundo.
Lo que falta por averiguar ahora en esta andadura de Jon Rahm por ser nuestro plusmarquista nacional es si podrá mantenerse en el trono del golf mundial más tiempo del que lo ocupó Seve.
61 semanas estuvo el pedreñero pero claro, de eso hace más de 30 años. Una época en que había muchas más diferencias que las que existen hoy en día entre jugadores que están a niveles muy similares, lo que hace que conservar el puesto no sea tarea fácil. No hay más que repasar el ranking mundial para ver que la mitad de los 24 jugadores que han llegado a número uno lo han hecho durante la última década.
En cualquier caso, a Jon le quedan muchas semanas portando una corona que está hecha a su medida.