Las manifestaciones solidarias más extraordinarias afloran en los escenarios más dramáticos y los mayores madrileños han experimentado ambas caras de la pandemia. El coronavirus se expandió con especial virulencia en las residencias, que precisaron el ‘rescate’ por parte de las autoridades, pero ahora, con los contagios en fase de remisión, se han activado iniciativas para aliviar la carga de trabajo de estos centros. Entre ellas, la transformación de un alojamiento de lujo en Madrid en el primer hotel socioasistencial de España donde ya descansan 30 ancianos y que ha sido posible gracias a empresas como Clece.
La colaboración público-privada ha sido fundamental para poner en marcha este recurso de acogida temporal. La Coordinadora del Tercer Sector de la Comunidad de Madrid, la patronal que aglutina a 214 pequeñas y medianas ONG, planteó el proyecto al Gobierno autonómico, que facilitó el convenio para la adecuación de dos hoteles cedidos de forma gratuita por la cadena Room Mate: el Alicia y el Alba. La semana pasada entraron los primeros inquilinos en el primero de ellos después de un proceso exhaustivo de desinfección y acondicionamiento de las instalaciones, tareas en las que ha resultado determinante la ayuda de empresas como Clece o Fundación Grupo Hada, que llevan más de 5 años trabajando en conjunto por la integración laborar de los colectivos más desfavorecidos.
Mientras se ultiman los detalles para que el segundo hotel pueda recibir usuarios, en el primero ya se han instalado “ancianos en situación de vulnerabilidad socioeconómica o a los que sus familias no pueden atender”, explica Rafa Escudero, presidente de la Coordinadora del Tercer Sector. Personas con autonomía y sin dificultades de movilidad que llegan procedentes de residencias con afectación del virus, pero que han dado negativo en el test del Covid-19. Todos han sido sometidos a tomas de temperatura y medición de la saturación antes de entrar. Ya en su nueva ‘casa’, reciben constante control sanitario. “Al primer síntoma de coronavirus, serán derivados al Sermas”, precisa.
Hasta 35 trabajadores al servicio de 30 usuarios
El Ejecutivo regional ha contratado a 35 trabajadores para prestar un servicio completo y personalizado a estos mayores. Los gerocultores dispensan atención las 24 horas del día, con guardias por las noches en cada una de las siete plantas. Muchos de estos profesionales proceden de los centros de día de la Comunidad, cerrados por el estado de alarma. Se trata de personal cualificado que ha superado los cursos de habilitación profesional de Clece para trabajar con personas vulnerables y que ha recibido formación específica por parte de esta compañía. “Son gente muy motivada y a la que le gusta trabajar con personas mayores”, indica el presidente de la Coordinadora, que gestiona esta iniciativa.
En el cuidado diario de los abuelos también participan un médico, una enfermera, terapeutas ocupacionales y fisioterapeutas. Un nutricionista supervisa el catering, los trabajadores sociales mantienen informadas a las familias y un neuropsicólogo atiende “los posibles deterioros cognitivos” de los internos en estas circunstancias. No debe olvidarse que algunos se enfrentan a un “importante shock psicológico” después de la pérdida de familiares o compañeros en la residencia sin posibilidad de despedida y duelo. Se encuentran aislados en sus habitaciones individuales, de las que no pueden salir, pero los cuidadores no los descuidan ni un momento.
Este aislamiento se cumple a rajatabla. “El acceso al hotel está vetado y no se permiten visitas”, señala Escudero. La seguridad es máxima. “Para entrar en el recinto hay que pasar por tres espacios, uno con suelo empapado en desinfectante, y hay una zona para cambiarse porque no se puede acceder con ropa de calle”. A los empleados se les mide la temperatura y se han dispensado equipos de protección individual (EPIS), guantes, mascarillas, pijamas hospitalarios, viseras con casco, zuecos y mamparas.
Desinfección exhaustiva
Para la limpieza se han seguido los estándares más exigentes. Clece ha posibilitado con sus recursos la desinfección a conciencia de casi 1.000 metros de moqueta. Los gestores de la infraestructura tuvieron dificultades para encontrar en el mercado la maquinaria industrial necesaria para esta labor y la empresa donó las suyas. El Director Regional Centro Interiores de Clece, Gonzalo Calvín, que promueve la inserción sociolaboral de personas pertenecientes a colectivos vulnerables, coopera con la Coordinadora del Tercer Sector en otros proyectos y no dudó en unirse a este proyecto. Rafa Escudero agradece su “sensibilidad” y sostiene que gracias a esta ayuda se ha evitado un “sobrecoste enorme”.
La desinfección también se hace extensiva a todo el mobiliario del hotel y a los enseres personales de los mayores que ahora residen en el mismo, “desde maletas hasta anillos”. Incluso se aplican soluciones desinfectantes a cada botella individual que se reparte con las comidas. En las lavanderías, la ropa se somete a un tratamiento de ozono y se ha contratado a una empresa de gestión de residuos para que recoja las EPIS y otros materiales protectores o de farmacia que se utilicen.
Aún quedan algunas plazas libres en el hotel Alicia, un cuatro estrellas de lujo ubicado en pleno centro de Madrid. Se ocuparán en los próximos días. Además, se trabaja a contrarreloj para habilitar el segundo, el Alba, también cedido de manera altruista por Room Mate Hotels. Se estima que los ancianos que ahora viven en este ‘hotel de las personas’, como lo llaman quienes forman parte de esta cadena solidaria, permanecerán en él 45 días. No obstante, todo dependerá de la evolución de la pandemia. Durante este periodo, “nos esforzamos para que los ancianos tengan la mejor experiencia posible”, apunta Rafa Escudero.