Esta semana se casa Jon Rahm, y veremos si el matrimonio le debilita o le fortalece, que todo puede pasar. Fortalecerle aún más es difícil, porque lleva una temporada en la que ha demostrado que el número tres del mundo es poca cosa, y empieza a acechar a Rory McIlroy para ser él quién persiga a Brooks Koepka.
El paso de tres a dos no va a ser algo inmediato porque Rory le saca 1,34 puntos, y porque el norirlandés no es un cualquiera, y al igual que Jon seguirá sumando puntos en cada evento al que concurra.
Pero sí es verdad que McIlroy parece un poco asentado en su posición y, en cambio, Rahm va hacia arriba con una fuerza fuera de lo común. Cuatro victorias en 2019 hablan del poderío de este tipo, siendo la última de ellas el DP World Tour Championship que le supuso también ganar la lista de ganancias del Tour Europeo, algo que sólo Seve de entre los españoles había conseguido.
Este mismo torneo lo consiguió también en 2017, y el Open de Irlanda también ha sido suyo en esos dos años, 17 y 19. Por último, el Open de España lleva su nombre en el 18 y en el 19, y a esto hay que añadir tres victorias en el PGA Tour y una en el Torneo de Tiger, que no pudo revalidar este fin de semana porque Henrik Stenson dio un golpe menos.
Jon tiene juego para pasarle por encima a cualquiera, le pega lejos como el que más, los hierros los maneja con precisión y no se arruga cuando el futuro depende de un “putt” imposible
Ahora descansará un poco, luna de miel y todas esas cosas, y va a empezar el año 2020 como el monstruo que es. Estaremos más que pendientes de él, de hecho ya lo estamos habitualmente, porque si hubiera que apostar yo diría que va a ser la temporada en la que gane su primer Grande, y ya sé que mi esperanza no es su mejor baza porque, como ocurre con casi todos los que hacemos predicciones, no damos ni una, pero en serio creo que está listo para ganar un Major, y ni siquiera hablar de ello antes de tiempo va a gafarle.
Jon tiene juego para pasarle por encima a cualquiera, le pega lejos como el que más, los hierros los maneja con precisión y no se arruga cuando el futuro depende de un “putt” imposible. Además, juega con el cerebro de alguien muy experimentado y con el desparpajo de un joven de veinticinco años, así que lo dicho, le veo preparado y creo firmemente en que 2020 va a ser su año.