Si había un favorito, el del público y los aficionados de Pebble Beach y del golf estadounidense para este Us Open, ese era Tiger Woods. Y ya no era de una manera romántico, sino realista. Con Brooks Kopeka era el único que este año podía presumir de haber ganado ya un Major, el Masters de Augusta, y en este campo y en este torneo había tenido siempre grandes victorias y muy buenas actuaciones.
Las casas de apuestas le habían situado entre los grandes favoritos, casi a la altura de Koekpa y Dustin Johnson, y tras el descando que había tenido durante las últimas semanas, y quizá teniendo en cuenta esas referencias del año 2000, cuando ganó este torneo con 15 golpes de diferencia y en este mismo campo hacían augurar muy buenas cosas para él esta semana.
Sin embargo, las previsiones no se cumplieron. En sus tres primeras vueltas Woods terminó con parciales de 70, 72 y 71 golpes, sin opciones de victoria y sólo con la intención de bajar un día por los menos de los 70 golpes y subir posiciones en la clasificación general de cara a la FedEx Cup y a su clasificación en el Ranking Mundial.
Y en la última vuelta, Woods logró su objetivo terminando con una tarjeta de 69 golpes -la primera que firma esta semana por debajo de los 70- para acabar con un total de -2 y un parcial también de -2 que le dejan entre los 30 primeros y con la moral intacta de cara al Open Championship de apenas un mes donde Woods será de nuevo favorito en el cuatro y último Major del año.
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