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Opinión

De las pesadillas de Tiger a otras cosas de la Ryder

Por Valentín Requena
lunes 01 de octubre de 2018, 13:44h

Unas semanas antes de la disputa de la Ryder se sucedieron habituales debates acerca de la composición de los equipos, sobre todo de las designaciones de los dos capitanes. Ambos, como suele suceder, apuraron hasta ultimísima hora su elección. Thomas Björn se inclinó claramente por la experiencia con Sergio, Poulter, Casey y Stenson, jugadores que ya habían demostrado en otras ediciones su eficacia en esta competición aunque su momento de juego distaba mucho de ser óptimo. Por otro lado, Jim Furyk eligió la experiencia de Tiger y Mickelson, frente a la bisoñez de DeChambeau y Finau.

Hace unos pocos meses se especuló sobre la misión de Tiger en esta Ryder. Antes de su explosión de buen juego desarrollado en la Fedex Cup, y más concretamente en el Tour Championship, se dijo que podía integrar la plantilla de vice capitanes. Lo que estaba claro es que no se contemplaba es que el icono por excelencia del golf estadounidense se quedara fuera de la Ryder, a pesar de que nunca tuvo una actuación estelar. Furik no lo dudó ni un momento después de la vuelta a sus orígenes. Woods sería uno de sus activos como jugador, por juego y por experiencia. Y así, de esta manera, se resolvieron las incógnitas. No podía dejar fuera al gran ídolo americano.

Estoy seguro que Tiger, ni en el peor de sus sueños, pensó hasta qué punto Le Golf National de París sería una de sus grandes pesadillas. Durante los tres días de competición estuvo sumido en la mayor de sus tristezas al ver que la pareja Molinari y Fleetwood le batía en tres ocasiones, una en la primera jornada en los fourballs, teniendo a Patrick Reed como pareja, y en dos ocasiones el sábado, con Reed y DeChambeau de compañeros. Según se iban consumiendo los hoyos el rictus de Tiger se iba descomponiendo, llegando a un punto que resulto ser patético. La diferencia era abismal comparando sus expresiones una semana antes en el Tour Championship. Creo que ante tan debacle Furik debía haberlo reservado y evitar la abultada derrota de los foursommes de la segunda jornada, donde sucumbió, junto con DeChambeau, por 5&4.

De todos es sabido que Tiger no ha sido un jugador brillante en la Ryder, posiblemente por ser un jugador muy individualista. Su concentración es máxima cuando actúa en solitario y no es lo mismo cuando va dependiendo de otro jugador y “acosado” por el capitán y los miembros de su equipo.

Pero la “guinda” fue en individuales cuando el español Jon Rham lo batió por 2&1. Hubo momentos que el patetismo del rostro de Woods fue tremendo. Mirada siempre al suelo, ojos entornados y sin hablar ni con su caddie. Yo, personalmente, lo estaba pasando mal al igual que muchos aficionados que nos gusta el golf y que en ningún momento queríamos ver el bajonazo en el juego de Tiger, sobre todo después de la gloria una semana antes, donde el público invadió el campo en una prueba de cariño y admiración que hace tiempo que no se contemplaba en ningún campo del mundo.

El mazazo sufrido por Tiger seguro que tardara en cicatrizar. Su paso por esta edición de la Ryder se ha saldado con cuatro derrotas de cuatro participaciones y eso no es bueno cuando el jugador estadounidense había encontrado el zenit de su juego después del paréntesis producido por sus lesiones de espalda. El dúo Molinari-Fleeetwood, junto con Rham, estarán presentes en sus pesadillas durante algún tiempo.

Bjorn le ganó claramente la partida a Furyk, primero en la presentación del campo. Le Golf National presentaba un aspecto extraordinario con calles estrechas y hierbas muy altas donde era muy fácil caer. Le Golf National estaba perfecto para los jugadores europeos que ya conocían su complejidad, sobre todo cuando sopla un poco el viento. Un lugar prácticamente desconocido para la inmensa mayoría de los estadounidenses. Por otro lado creo que Furik no supo reaccionar después de la abultada derrota de los foursommes del viernes, donde sus jugadores perdieron todos los partidos. A esto hay que sumar la actuación de los europeos que hicieron la piña habitual y donde los novatos se comportaron como si llevaran ya más de tres ediciones. Lo siento por el capitán estadounidense, uno de mis jugadores favoritos por el señorío y actitud que presenta siempre en los campos de golf.

Conociendo el tesón de los estadounidenses estoy seguro que desde ya estarán preparándose para la siguiente edición que se disputará en su país. Hasta entonces, que nos quiten lo “bailao”.

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