Decían en Estados Unidos que traían a Francia el mejor equipo de la historia de la Ryder Cup. Quizá tuvieran razón, aunque a título personal siempre me pareció más fuerte el de 1981. En cualquier caso, el teórico grupo invencible llegó como portador del trofeo y se marcha sin él. Cuánto quebranto supone ese asiento vacío en el avión…
12 europeos han reconquistado la Ryder Cup, pero como ya había sucedido en Valderrama en 1997, el campo también ha ganado. Los integrantes de la escuadra azul habían completado 236 rondas oficiales en Le Golf National; los rivales, 8. No es casualidad que Justin Thomas haya terminado como el mejor visitante: ningún otro miembro del combinado quiso participar en la edición de 2018 del Open de Francia, disputada en el mismo lugar hace apenas 3 meses.
Para obtener buenos resultados en Le Golf National, un campo de precisión con obstáculos de agua en muchísimos hoyos, hay que conocerlo bien. Lo sabía Thomas Björn, quien además ordenó que el rough fuera densísimo, para penalizar la falta de tino desde el tee que caracteriza a varias estrellas norteamericanas.
Pese a todo, los estadounidenses ganaron los fourball del viernes por 1-3 y dejaron muy preocupados a los aficionados europeos. No obstante, el viento acudió al rescate de la escuadra azul a partir de ahí. Este invitado, que no había aparecido en los días de prácticas, descolocó a los hombres de Jim Furyk, que desde el viernes por la tarde no levantaron cabeza.
Con esas condiciones de juego, dieron un paso adelante los golfistas europeos que sobresalen de tee a green.
Se crecieron Tommy Fleetwood y Francesco Molinari, que ganaron sus 4 partidos como pareja: ni siquiera Severiano Ballesteros y José María Olazábal lograron una hazaña semejante. El italiano remató la faena en los individuales, para sellar un pleno de victorias que jamás había conseguido un europeo.
También resurgió Henrik Stenson, que coge calles y greenes sin aparente esfuerzo. El sueco, que llegaba renqueante del codo izquierdo y tras una segunda mitad de curso mediocre, triunfó en sus 3 compromisos.
Por supuesto, resucitó Sergio García, que tras una mala temporada ofreció su mejor versión. Además de disfrutar con el éxito europeo, el castellonense se llevó otro souvenir de tierras francesas: se convirtió en el máximo puntuador histórico de la Ryder Cup, superando a Nick Faldo. En mi opinión, el récord pasa de unas manos buenas a otras mejores.
Podría hablar de Ian Poulter, que volvió a estar a la altura tirando de corazón. O de Paul Casey, quien regresó al Circuito Europeo expresamente para disputar la Ryder Cup y cantó bingo. Sin embargo, los locales encontraron su principal fortaleza en el conjunto. En el triunfo inesperado de Thorbjörn Olesen frente a Jordan Spieth. En la redención de Jon Rahm ante Tiger Woods. En la recuperación de Alex Noren después de haber fallado a su compañero el sábado por la tarde.
Los 12 golfistas europeos contribuyeron con al menos un punto. No resulta imprescindible que todos pongan botín encima de la mesa, pero tampoco se puede ganar una Ryder Cup con 9 jugadores. Que se lo digan al capitán estadounidense: Tiger Woods, Phil Mickelson y Bryson DeChambeau se fueron de vacío. Otra vez Tiger. Otra vez Phil.
Las picks de Björn respondieron, las de Furyk no. Thomas creó una pareja que ya es legendaria, Jim se arrepintió por descartar algunas que habían funcionado en el pasado. Estados Unidos no vence a domicilio desde 1993. Se entiende por qué.