Rose estuvo cerca a tan solo tres golpes de Spieth pero eso fue lo máximo que logró el británico que jugó a una gran altura y que ha sido con Phil Mickelson la fuerza de resistencia para que Spieth no ganara el Masters como si hubiera estado paseando por su casa.
El domingo, el inglés terminó con 70 golpes, un bagaje demasiado escaso para plantar cara a un Spieth que estuvo soberbio y que no tuvo rival, ni en el inglés ni en nadie más. Al final tras las cuatro vueltas jugadas en Augusta Spieth tuvo como principal a él mismo aunque el papel de Rose fue sobresaliente demostrando que quizá otro año pueda tener su oportunidad.