A falta de Majors en su palmarés, Sergio exhibe con orgullo sus cuatro
victorias en la Ryder Cup como jugador -2002,
2004, 2006 y 2012- y sus seis participaciones como jugador. En 2010 ejerció
las labores de vicecapitán en un año que no fue el mejor de su carrera.
En Gleneagles Sergio jugará pues
su séptima Ryder Cup tomando el relevo de todos los españoles que han
disputado este torneo en su historia y que han hecho que esta competición esté
ahora donde está.
El de Borriol sabe y es consciente de que buena parte del peso del
equipo recaerá sobre sus espaldas y que, con toda probabilidad, será junto a
Rory McIlroy uno de los que dispute cinco partidos en esta edición si no pasa
nada extraño.
Todo hace indicar que, a priori, su pareja podrá ser el inglés Lee Westwood -una de las tres
elecciones personales de Paul McGinley- con el que ha jugado varias veces. Los
dos se encuentran cómodos jugando juntos y pueden dar muchos puntos al equipo
de McGuinley, que los va a necesitar todos si quiere conservar la Copa que los
hombres de José María Olazábal levantaron en Medinah hace dos años.
Sergio, que llega en un gran momento de forma no ha ganado este año en
Estados Unidos y tampoco en 2014 ha sumado triunfo un en Major. Pero en la
Ryder todo esto da un poco igual.
Como muchos jugadores en la historia de esta competición, Sergio también se transforma esta semana
y si este año lo ha dado todo en la temporada en Escocia redoblará su ilusión y
sus ganas de disfrutar de un torneo que ama con pasión. Es uno más de los que
estos días tendrá sangre azul por sus venas.