Personalmente me gustaría resaltar algo que es muy difícil explicar con palabras, es un sentimiento muy íntimo, que todavía se ha acentuado mas después de leer el libro conmemorativo del Centenario, escrito por la gran periodista Nuria Pastor, con un gran trabajo de investigación sobre el club y que ya goza en lugar destacado de mi biblioteca.
La primera vez que tuve la oportunidad de jugar en este campo, sería a principios de los 90, nada más llegar recuerdo un sentimiento muy especial, fue como un halo de golf puro que ya se respira desde la llegada a la casa club y se va acentuando durante el desarrollo del partido. Lo siguiente que me impactó fue que los hoyos se conocen por su nombre, más que por su número (hay dos que tienen el nombre de ex presidentes) que para mí es un gran homenaje a esas personas que en diversas etapas dirigieron al club.
El campo está integrado dentro del municipio, o sea el municipio respira golf, al igual que en muchos campos de las Islas Británicas, (los primeros fundadores y jugadores procedían de la Gran Bretaña) ¡Que mayor ejemplo de promoción de nuestro deporte que integrar un campo dentro de una población!
Después de releer el libro de Nuria y comprobar que la historia de este club ha ido tan ligada a los avatares del siglo pasado y parte de éste, exactamente igual que nuestra sociedad, el club que también ha pasado por situaciones difíciles y ha sobrevivido gracias al empuje de sus directivas y socios.
Parte de esa historia también la han escrito los profesionales y caddies del club, me emociona especialmente que hubiera tenido una escuela de caddies y que hubo épocas en que llegaron a ser más de 100, buen ejemplo para disminuir la tasa de paro.
No soy un virtuoso de la palabra y no sé si consigo haceros llegar esta reflexión, pero puedo aseguraros que la espiritualidad del golf flota en ese campo. Supongo que habrá más ejemplos parecidos, pero el Club de Golf Sant Cugat goza de mi respeto y admiración por su historia, y el concepto que tiene y ha tenido por el golf.