Tras el thriller de Phil Mickelson que no descubrió sus cartas de su participación en el torneo hasta antes pocas horas del comienzo y después de borrarse del Pro-Am por segunda vez esta temporada, el zurdo de San Diego, que había estado entrenndo en Augusta el martes y el miércoles, llegó a este Shell Houston Open presto y dispuesto a ganar confianza para llegar a Augusta, donde ha ganado tres Chaquetas Verdes, para intentar el asalto por cuarta vez al campo de Bobby Jones.
Ayer Mickelson, que no se resintió en absoluto de su distensión muscular en su costado derecho, jugó a un gran nivel y tras sus primeros dieciocho hoyos terminó con un buen cuatro bajo par que le dejan a tres de una cabeza que tiene dos pesos pesados en lo más alto como Bill Haas, todo un ganador de la FedEx Cup, y Charlie Hoffman. Los dos, con 65 impactos, abrieron brecha en una clasificación en donde hay grandes nombres en esas primeras posiciones como Keegan Bradley, Matt Kuchar, J.B. Holmes, Erik Compton o Jim Renner, todos ellos con -6 a dos de la cabeza.
Quien jugó ayer a un gran nivel fue el castellonense Sergio García que prepara también con ilusión un Masters de Augusta al que llega como uno de los grandes favoritos a la victoria. El español está jugando bien pero lo más importante y lo que hace soñar con algo grande en el Masters sigue siendo su actitud, sus ganas de hacer bien las cosas y el buen juego que está demostrando. Ayer Sergio terminó con cinco bajo par, con seis birdies y un solo bogey en el hoyo seis que hace que termine tras esta primera vuelta octavo empatado con otros seis jugadores en una clasificación muy igualada en sus primeros puestos.
Quien no tuvo su día fue el estadounidense Dustin Jhonson, otro de los favoritos a la victoria en el Shell Houston Open y también en el Masters. El norteamericano terminó último en la clasificación firmando una vuelta de 80 olpes en la que firmó dos bogeys, tres doble bogeys, un cuadruple bogey en el hoyo 6 y cuatro birdies que, desde luego, no le sirviron para entregar una tarjeta horrible. En definitiva un mal día en la oficina.