Decía Phil Mickelson que para ganar el Open Championship hace falta
suerte además de jugar bien. Eso confirma que cualquiera puede ganar. De
lo que se trata, como espectador, es de disfrutar de un gran
espectáculo con grandes jugadores y un mítico torneo. El que gane es lo
de menos.
Son muchos los intereses en esta 142 edición del Open Championship, el Open Brtánico...el British...como se quiera llamar. Toca el turno de saborear el golf verdadero, con los grandes y en la cuna de este deporte. Se trata de disfrutar como espectador y, también, por qué no decirlo, como jugador, aunque en este caso el ansia de victoria puede desvirtuar ese espíritu deportivo centrado en la importancia de la participación.
Poniendo por delante que estaría muy bien una victoria española, con Sergio García como abanderado, realmente, y pensado con frialdad, el ganador es lo de menos. Que gane el mejor, como debe ser. De lo que se trata es de que los teóricamente favoritos ofrezcan batalla y al final, el que mejor resuelva las complicaciones se va a llevar la preciada Jarra de Clarete.
De una vez por todas esperamos que Rory McIlroy reaccione y haga la sombra que tiene que hacer a Tiger Woods. Queremos ver a Tiger peleando con intensidad por su decimoquinto Major y su cuarto Open Championship. Nos interesa un Phil Mickelson mágico, como el ganador del Open de Escocia de esta pasada semana. Estaría bien, además, que Justin Rose y Adam Scott lucieran sus triunfos en el US Open y Masters, o Ernie Els defendiera a capa y espada el triunfo del año pasado. Y sería interesante ver pelear a Sergio García luciendo el golf espectacular del que es capaz, lo mismo que a los demás españoles. Jiménez, Fernández Castaño, Quirós, Cabrera y de la Riva pueden dar alegrías al golf español.
Si ocurre todo esto, en un escenario de ensueño, será una semana magnífica para disfrutar del espectáculo y del golf, algo que es compatible pero que, como el ganador de este Open, necesita un poco de suerte para que se den corectamente todos los acontecimientos.