“El IGF-1, comenta el doctor, es un compuesto formado por la somatomedina que en resumidas cuentas es un factor de crecimiento muscular de la familia de las insulinas y que hoy en día no tienen una gran actividad terapéutica, es decir no se utiliza frecuentemente.
Este medicamento, como digo muy poco utilizado, se usa para favorecer el crecimiento muscular de niños que no son demasiado altos o para ayudar a desarrollarse a personas pequeñas. Lo que sí está claro y así sucede desde hace bastantes años es que tanto la somatomedina como el IGF-1 está en el grupo de sustancias prohibidas, no sólo en el golf sino en todos los deportes por la Comisión Mundial Antidopaje.
A veces lo he visto también como spray nasal pero la manera más habitual de dosificación de este producto es extendida directamente sobre la piel y la zona a desarrollar. Su uso puede favorecer el crecimiento de la musculatura acompañado de un apoyo calórico importante y mucho ejercicio.
En cuanto a su detección está es sencilla con controles habituales a través de la orina. La mayoría de los productos dopantes, hasta un 99%, se pueden detectar por la orina y no es necesario hacerlo a través de análisis de sangre”, asegura el doctor.
“La verdad es que el uso de este producto no está muy extendido entre los que no son deportistas. Es la primera vez que oigo hablar de algún deportista que ha utilizado IGF-1. Sobre los efectos secundarios, todas las hormonas anabolizantes pueden pueden producir problemas muy serios. En este tipo de medicaciones pueden aparecer con bastante frecuencia tumores de hígado y alteraciones en la circulación”, asegura el doctor Martínez Peñuela.
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