Uno de los deportes que vamos a tener la suerte de disfrutar en los próximos Juegos Olímpicos es el golf, que tiene una serie de peculiaridades en el aspecto físico. Por su peculiaridad, esta disciplina comporta el riesgo de una serie de lesiones crónicas y muy tediosas, puesto que no tienen tratamiento fácil ni seguro.
Además de en el codo, otras dolencias muy habituales en los golfistas se centran en la espalda.
Obviamente, por las repeticiones de “swings” la zona lumbar termina resintiéndose. No sólo por la posición inicial del “stance”, con la parte superior del tronco inclinada hacia adelante, como por la torsión brusca a gran velocidad que se produce en el momento de impactar a la bola.
Es muy importante que los deportistas sepan que este tipo de lesión es complicada, porque el jugador abusa de ese gesto constantemente al formar parte del juego. Por eso deben buscar en todo momento un requilibrio muscular y el fortalecimiento de toda la musculatura de la zona, incluso de los músculos más pequeños (los rotadores y estabilizadores de la columna lumbosacra).
Éste es un trabajo fundamental y continuo que hay que hacer tanto de manera individual o con un preparador personal como con un fisioterapeuta. Vuelvo a insistir en que es importantísimo no dejar que estas dolencias crezcan, evoluciones y se cronifiquen, pues acaban con la vida deportiva de un jugador de golf.
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