Un Masters colorido

Llegaba el primer Major de la temporada, es decir, los mejores del mundo en una cita histórica, mítica y con sabor a grandeza. Llegaban muchos de los jugadores de los que se esperaba algo grande como una resurrección de Tiger Woods, una revancha de McIlroy, una confirmación de Luke Donald como nuevo rey del golf, una explosión definitiva del golf español...

Nada de eso. Finalmente hemos visto un torneo mágico con jugadores mágicos y, por supuesto golpes mágicos. No debe ser casualidad que un 9 de abril naciera Severiano Ballesteros, genio y ganador dos veces en el Masters. Esta semana se ha recordado mucho a Seve y el ganador de este año, Bubba Watson, terminó la partida con un genial golpe que recordó a nuestro campeón fallecido hace menos de un año y que hoy cumpliría los 55.

Mucho colorido en Augusta, no tanto por los detalles rosas de Watson, ni por las Chaquetas Verdes muy americanas, por cierto, sino por varios detalles. Uno de ellos muy llamativo, como las declaraciones de Sergio García asegurando que no sirve para ganar un Grande, sin duda un desánimo provocado por la frustación lógica tras caer del segundo puesto al 16 tras firmar 75 golpes y que le puede haber hecho daño. Otro detalle ha sido que los demás españoles no han brillado. Ni Quirós, ni Jiménez ni Fernández Castaño, aunque el madrileño ha debutado con un propósito: disfrutar de este torneo emblemático, y lo ha hecho al jugar los cuatro días.

Y no hay que dejar pasar por alto la pelea del número tres del mundo, Lee Westwood, que no estaba luciendo demasiado su golf pero que en el primer Major ha avisado de que está dispuesto a dar guerra este año. Un aviso a su compatriota Luke Donald, muy discreto, y McIlroy, que no ha podido quitarse del todo la espina del año pasado con una actuación muy oscura.

Watson, nuevo rey de Augusta, ha puesto colorido a un torneo ya de por sí lleno de detalles que sin duda tendrán su repercusión el resto de la temporada para bien o para mal.