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A la caza del 'emboscao'

A la caza del "emboscao"

Por José Antonio García Barez
jueves 23 de febrero de 2012, 00:00h
Llega marzo, el buen tiempo y con él los torneos amateurs. Podemos afirmar que empieza la temporada, aunque otros dirán que no acaba nunca. La maldita crisis ha diezmado el número de torneos amateurs  durante los tres o cuatro últimos años, ya no son tantas las empresas que organizan su circuito para promocionar los productos que comercializan, pero afortunadamente, todavía proliferan muchos por toda la geografía española y algunos clásicos permanecen en nuestro calendario.
Y es aquí donde aparecen los profesionales del amateurismo, los que seleccionan cuidadosamente en qué campo y qué torneo van a jugar (especialmente aquellos que ofrecen al ganador una atractiva final: fin de semana con golf incluido para el ganador y acompañante).

Atrás quedaron aquellos tiempos cuando el hándicap máximo de caballeros era 28, y te pasabas mucho tiempo que ni subías, porque no había límite superior,  ni bajabas, porque no tenías nivel para ello. Tiempos en los que  con 38 ó 39 puntos stableford podías aspirar a ganar o quedar entre los mejores; cuando hacer 43 era toda una proeza, por lo inhabitual.

Ampliar el hándicap hasta 36, aunque algunos torneos lo limiten, y sobre todo, la aplicación del slope a los campos, que te pueden llegar a regalar 5 ó 6 golpes adicionales a tu hándicap, permite que en los torneos de esos circuitos estrella, que todos conocemos, pero que no nombro por aquello de la publicidad gratuita, aparezca irremediablemente la figura del ‘emboscao’; ese jugador con hándicap 23 ó 24 o muy cerca de la limitación con la que se disputa el torneo, capaz de hacerse 14 bajo y cumplir hándicap 10.

Cuando no aparece un hándicap 32 y el tipo cumple 16: “me ha salido todo”, “he estado en Escocia viviendo dos años, he jugado mucho, pero ningún torneo”, “no me lo creo ni yo cómo he jugado hoy, ha sido suerte”, suelen decir para justificarse mientras los pocos que esperan al sorteo –salvo que se juegue a tiro-, silban tímidamente, sabedores que hacer un resultado así es una barbaridad, que el tipo se ha preparado a conciencia para ganarse el derecho a ir a la final soñada con todos los gastos pagados. El resto hace tiempo que reposa en sus casas con su 37 ó 38 puntos en la mochila, en el mejor de los casos.

Y todos los que estamos allí lo sabemos, lo comentamos, pero nos resignamos a que esto suceda una y otra vez. La mayoría ya no compite por la victoria cuando juega un torneo, sabe que su hándicap está ajustado y su juego, aunque sea magnífico, no le permitirá nunca acercarse al ’emboscao’ de turno. Y esto, en un deporte de caballeros, también es hacer trampas, porque algunos juegan con un nivel que no es el suyo. Claro que siempre te queda el consuelo del que se hace 49 y no gana. La cara que se le queda no es un poema, es una recopilación de obras completas. “Vaya bajada que me van a pegar por un trofeo de metacrilato”. Un emboscado menos.

Pero, ¿cuál es la solución al problema?. Difícil. Quizás la única entidad que puede hacer algo sea nuestra RFEG. Sí es cierto que esos resultados suponen una  bajada de hándicap, pero nunca es proporcional al nivel de juego demostrado. Hacer 14 bajo no conlleva una bajada de hándicap de 14, no pasas de 24 a 10, quizás cómo mucho te puedes quedar en 17 ó 18,  todavía con margen para elegir otro campo, otro torneo, otra final. Que la RFEG baje el hándicap al jugador en la misma medida que el número de golpes bajo que ha hecho en un torneo quizás no solucione el problema, pero seguro que lo minimiza. Al menos estará emboscado un día, pero a partir de ahí a pelear con el nivel que tienes, con el que has demostrado, a empezar a quedarte 3 ó 4 arriba y cuando lo bordes a hacer 3 ó 4 bajo. Se acabaron las finales.
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