martes 05 de julio de 2011, 00:00h
Lo de Tiger Woods empieza a oler, y no precisamente a tigre. El ex número uno del mundo sigue teniendo muchos seguidores que confían en él, pero su renuncia al Open Británico añade más dudas a su verdadera recuperación.
La paciencia tiene un límite y muchos ya han dejado de esperar a Woods. Desde el US Open de 2008 no ha levantado el trofeo de ningún Grande, algo inusual en él. Ha caído al puesto 17 del mundo y su última victoria, el Master de Australia, queda muy lejos, en noviembre de 2009, hace 20 meses.
El problema no ha sido su recuperación del escándalo de faldas, tras un parón obligado volvó a la competición con nuevas fuerzas. El problema han sido las lesiones de rodilla y del tendón de Aquiles, dos circunstancias preocupantes y que no parecen mostrar una luz en este túnel.
Tras el Masters de Augusta, donde quedó cuarto con detalles de su calidad y su competitividad, Woods se vino abajo en el Players, cuando se retiró por lesión. No jugó el US Open, que no se perdía desde su debut como profesional y que ha ganado tres veces, y ahora tampoco acudirá al British, un torneo en el que ha vencido también en tres ocasiones.
Tiger quiere volver cuando esté preparado al 100%. Eso al menos es una buena señal. Ya hemos visto casos de jugadores que bajan el listón y luego vuelven con más fuerza. Sin ir más lejos Sergio García, que parece que ya está en la buena línea. Se supone, es lo más lógico, que Tiger volverá y con fuerza. Sin embargo, hasta ese día las dudas y la incertidumbre seguirán pesando más que cualquier palabra de esperanza.