Todo el mundo ha estado esperando a ver como Tiger Woods empezaba su nueva temporada, la de 2011, en el circuito de la PGA. Después de dos años bastante malos, entre lesiones y divorcios, entre ataques de la prensa y su caída de juego, el ex número uno del mundo no ha tenido ni un minuto de tranquilidad. Ahora, en 2011, debe de empezar su buen año, aunque las cosas no hayan comenzado, seguro, como él habría querido.
Y es que seguramente miles, millones de ojos estaban puestos en lo que haría Tiger Woods en el Farmers Insurance. Allí, con Phil Mickelson acechándole después de haber debutado en Abu Dhabi, el zurdo de San Diego no quiere perder más oportunidades para seguir escalando puestos en la clasificación y pasar a Tiger para ser el mejor estadounidense en un Ranking Mundial que dominan claramente los europeos.
Pero Woods sabe que todavía tiene que esperar. Que su gran momento este año -como le ha pasado todas las temporadas- es el Masters de Augusta. Allá por el mes de abril deberemos ver al mejor Woods de los últimos años porque el que hemos visto esta semana dista mucho de ser esa máquina perfecta y engrasada que hace unos años ganaba casi todo lo que jugaba.
Da la sensación de que Tiger Woods, el Tigre, va a seguir tardando en asustar a los rivales como hacía antes. Esta semana en Torrey Pines, su campo favorito, o uno en los que siempre ha jugado bien –ha ganado aquí cinco Buick Open y un US Open- podría ser uno de los que arrasara. Pero no. Muy lejos de eso, Tiger coqueteó con las primeras posiciones los dos primeros días y luego se dio de bruces con la cruda realidad de que su juego no está todavía al 100 por 100, ni él tampoco.
Una semana más seguiremos pues preguntándonos para cuándo volverá Tiger a ser el que era pero da la sensación que el sobre tardará todavía un poco en llegar a su destino.
Si (
No(
