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McDowell da un zarpazo a Tiger

McDowell da un zarpazo a Tiger

Por Guillermo Salmerón
lunes 06 de diciembre de 2010, 00:00h
El norirlandés Graeme McDowell consiguió en el Chevron World Challenge, organizado por Tiger Woods, y dotado con 5 millones de dólares en premios, su cuarta victoria de la temporada y la segunda en suelo americano tras derrotar al propio Woods en el primer hoyo de play-off.  

El norirlandés Grame McDowell volvió a dejar claro, de nuevo y por segunda vez esta temporada en Estados Unidos, porque es uno de los mejores jugadores del mundo. Tras los últimos dieciocho hoyos del torneo, jugando en casa de Tiger y frente al ex número uno mundial que quería ganar a toda costa y que para ello contaba con cuatro golpes de diferencia en la última jornada, McDowell no se arrugó en ningún momento y dejó continuos ejemplos de su clase.

 

Primero para contrarrestar y reducir los cuatro golpes que le sacaba el líder antes de salir  a jugar. Después, para incluso superarle por uno a falta de tres hoyos por jugar y más adelante para ganar como hacía Tiger hace no demasiado tiempo: machacando y destrozando al rival. Primero, embocando un putt de seis metros para forzar el play-off y después otro de siete metros para ganar el torneo y mantener a Tiger en 2010 sin conseguir terminar en el primer puesto de ningún torneo. 

 

Pero los problemas de Woods ya habían aparecido antes. No fue una buena vuelta la suya en esta última jornada del Chevron World Chllenge. Con uno más del campo, su principal rival en esta última jornada, el norirlandés Grame McDowell, le recortó los cuatro golpes que en la tercera vuelta le sacaba Woods y que pudieron ser cinco si Graeme no hubiera embocada un putt de unos tres metros para hacer su primer birdie en el hoyo 18 en todo el torneo tras dos bogeys el primer y segundo día de campeonato.

 

Así y todo, el gran favorito para conseguir la victoria, 387 días después de su último triunfo -en 2009 en Australia-, era el ex número uno del mundo que, además, ya sabía que no iba a poder recuperar ese puesto debido a la espectacular victoria que había logrado hacía sólo unas horas el inglés Lee Westwood, demostrando que sigue estando, a estas alturas de temporada, en un excelente estado de forma.

 

Hubo muchos momentos en los que McDowell volvió a jugar como una apisonadora, demostrando porque ha tenido tan buena temporada y porque este año ha sido uno de los mejores jugadores en el concierto mundial. Hasta el hoyo 16, McDowell aventajaba en un golpe a Woods en la clasificación después de haberle recortado cuatro y haber tenido la sangre fría para aguantar las embestidas de un Tigre que ha jugado como no lo había hecho en este fatídico 2010 que ya está a punto de terminar.

 

El californiano ha estado pateando a las mil maravillas, approchando de nuevo con inusitada certeza y hasta sus golpes con el driver y la madera tres han vuelto a coger calle casi siempre. Con esas armas tuvo suficiente hasta la última jornada, pero ya desde el tee del 1 del cuarto día se vio que no era el mismo Tiger de los días anteriores y que, como cualquier mortal, también él sentía la presión de una victoria que no conseguía desde hacía casi un año.

 

En el 17, un par tres de aproximadamente 149 metros, Tiger dejó su bola a cuatro de bandera y McDowell hizo bogey casi de milagro. En el tee del 18, los dos con 16 bajo par, salieron con madera tres. Tiger algo más lejano de bandera, dejó su bola de segundo golpe a apenas medio metro del hoyo, mientras que McDowell se tenía que conformar con colocar la suya a seis metros del agujero, dejando todo casi visto para sentencia a favor de un Tiger que no podía contener su felicidad por ver ya muy cerca su primera victoria después de un año de sequía

 

Pero una vez más, la magia del golf volvió a actuar y el norirlandés embocó su putt para acallar a los miles de aficionados enfervorecidos que veían como la agonía de Woods por la victoria no se acababa y como ambos tenían que volverse a jugar el todo por el todo en el tee del 18.

 

Allí, tras jugar desde el tee y la calle de la misma manera que las cuatro veces anteriores, llegó otra vez el desenlace de la historia en  el green del 18. Una escena que se volvió a repetir, casi de la misma manera que minutos antes, pero esta vez Woods no dejó su bola a medio metro del hoyo.

 

El resto si fue igual. McDowell miró la caída, se colocó tras la bola, agarró el putt y le pegó con inusitada tranquilidad. La caída, de izquierda  derecha condujo a la bola tras siete metros de silencio, hacia su destino final y, otra vez, como si fuera esa película de "El sueño de la marmota", la bola volvió a entrar por el centro del hoyo.

 

Tiger falló el suyo y la gente y el propio Woods se quedaron con las ganas de haber cerrado el 2010 con un triunfo pero ese capítulo en la vida del ex número uno tendrá que esperar. Todo deberá empezar en 2011 otra vez. Ojalá que entonces Woods pueda cumplir su sueño de volver a ganar de nuevo. si es que no se cruza con un McDowell cualquiera que le arruine sus planes.

 

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