lunes 16 de noviembre de 2009, 00:00h
Ahora que la economía está como está, vale el símil microeconómico acuñado por los políticos y los economistas de turno para comparar el estado de un Tiger Woods que ha vivido, seguro, el peor año de su carrera profesional. Sin embargo, los brotes verdes tambien parece que han llegado para él, sobre todo despues de la última vuelta del Masters Australiano, donde firmó 66 golpes.
Independientemente de que la industria del golf necesita a Tiger Woods, su vuelta de manera regular a los campos es un aspecto fundamental para que este deporte vuelva a resurgir, no de sus cenizas pero si de una mediocridad a la que llegó después de que el ex número uno del mundo estallara en mil pedazos después de su capítulo personal y familiar que meses después desembocó en la separación, el divorcio, el pago al parecer de algo más de 110 millones de dólares a su ex mujer, la pérdida del número uno mundial y el balance de cero victorias en un año que, afortunadamente, termina también para él.
Ahora en Australia, ya sin el número uno, arreglados sus problemas con Elin Nordegreen y con el horizonte abierto hacia sus nuevos cambios de swing, Woods mira a 2011 con otro talante. Sabe que tiene que seguir mejorando y los 66 golpes del último día y esa cuarta posición en el Australia Masters le dan todas las opciones para mejorar en el futuro. Sus dos eagles y el birdie en los cuatro últimos hoyos fueron suficientes para prender la llama de la definitiva recuperación en su juego.
Daba la sensación que lo de Tiger Woods era como lo de Curro Romero. Sus defensores decían que ir a la plaza y verle hacer el paseillo ya era suficiente, aunque luego sus faenas fueran malas de solemnidad. Con Tiger pasa lo mismo. Este año nos hemos agarrado a un hilo de esperanza pensando que antes o después volveríamos a verle jugar a su mejor nivel, ganar y convencer. Pero la realidad es que nada o casi nada de eso ha llegado.
Sus esponsors se han ido, perdió el número uno, perdió también su swing -y ahí anda intentando arreglarlo- y perdió el cariño de muchos aficionados a los que decepcionó tras saberse como era su vida personal.
Poco a poco va recuperandose y los brotes verdes que salen de su nuevo jardín pueden hacer que en 2011 crezca un arbol robusto, fuerte y con futuro. Sólo el destino sabe cuando volverá a ganar o cuando volverá a ser el de antes. Jugar no se le ha olvidado, eso seguro, así que parece que todo es cuestión de tiempo.
Pero precisamente eso, tiempo es lo que tiene Jack Nicklaus que ha tenido un respiro en su récord de 18 Grand Slams, el gran objetivo de Tiger. Tras lo visto en 2010 parece que ganar otros cinco Majors para superar al Oso Dorado no será fácil, ni siquiera para Tiger, por muchos brotes verdes que pueda recolectar en el futuro.