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¿Se imaginan un play-off de 118 hoyos?

¿Se imaginan un play-off de 118 hoyos?

Por Guillermo Salmerón
miércoles 23 de junio de 2010, 00:00h

Resulta difícil e incluso complicado, imaginar situaciones como la que se ha vivido en la cuna del tenis mundial, en Wimbledon, esta tarde. Los protagonistas, dos jugadores no muy conocidos, el estadounidense John Isner y el francés Nicolas Mahut, que jugaban en la pista 18 del Old England Tennis Club, vivieron un partido increíble. Después de casi diez horas de juego y tras cuatro sets “normales” (4-6, 6-3, 7-6 y 6-7), terminaron exhaustos tras disputar un quinto set “eterno” con 118 juegos y 59 a 59 que tendrá que reanudarse mañana.

Resulta difícil e incluso complicado, imaginar situaciones como la que se ha vivido en la cuna del tenis mundial, en Wimbledon, esta tarde. Los protagonistas, dos jugadores no muy conocidos, el estadounidense John Isner y el francés Nicolas Mahut, que jugaban en la pista 18 del Old England Tennis Club, vivieron un partido increíble. Después de casi diez horas de juego y tras cuatro sets “normales” (4-6,6-3,7-6 y 6-7), terminaron exhaustos tras disputar un quinto set “eterno” con 118 juegos y 59 a 59 que tendrá que reanudarse mañana.

 

Una anormalidad que se alargará un día más ya que el partido empezó ayer, no pudo terminar hoy y quizá mañana termine. Un “Danzad, danzad malditos” que no pudo finalizar y que acabó pasadas las nueve de la noche hora inglesa, sin apenas luz, con 59 a 59 en el marcador y con dos deportistas rotos y destrozados después de más de diez horas de enfrentamiento. Los dos volverán a jugar mañana después, imaginamos, de un reparador sueño.

 

El partido más largo en juegos de la historia se disputó también en Wimbledon, en 1969 y lo jugaron el mexicano Pancho Gonzales y Charlie Pasarell. El choque duró 5 horas y 12 minutos y se disputaron 112 juegos. En aquella época todavía no se había instaurado el tie-break por lo que el número de juegos en cada set era superior al actual. Finalmente genció Gonzales por 22-24, 1-6, 16-14, 6-3 y 11-9.

 

¿Pero se imaginan esa dantesca situación en otros deportes? Por ejemplo, una final del Open Británico con Tiger Woods y Phil Mickelson después de cuatro jornadas, 18 hoyos y 118 hoyos de play-offs. O un partido de basket con 40 prorrogas de cinco minutos entre los Lakers y los Boston Celtics en la final de la NBA.

 

En el mundo del golf el play-off más largo jugado hasta ahora se llevó a cabo en el circuito femenino estadounidensem la LPGA Tour en 1998. Entonces se jugaba el us Open Women y el play-off por la victoria enfrentó durante 20 hoyos a Se Ri Pak yJenny Chuasiriporn. El desempate obligaba a jugar otros dieciocho hoyos más y tras el empate tuvieron que jugar dos más. El verdadero record en este sentido se produjo en 1949 en el Motor City Open de la PGA americana cuando Cary Middlecoff y Lloyd Mangrum necesitaron 11 hoyos para saber quien ganaría el torneo. 

 

 

¿Creen que un partido del mundial de futbol -el que se está jugando en Sudáfrica- podría vivir una situación parecida en los penaltis? ¿Se imaginan una ronda con más de 150 máximas penas tiradas y con el empate continuo durante cada tanda, dejando las cosas para el día siguiente?

 

Muchas veces el deporte vive jornadas mágicas, brillantes y hasta absolutamente emocionantes. Otras, sin embargo, caen en el ridículo, en el espectáculo sin sentido y en lo más alejado de lo que el Barón de Coubertain pensaba: “Más alto, más fuerte y más lejos”. Tener a dos deportistas diez horas jugando un partido de tenis en Wimbledon no es más que un espectáculo burlesco que no se merece un torneo de estas características. Los “malditos” seguían jugando y sólo la noche de Wimbledon impidió que uno de los dos ganara por agotamiento del rival.

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