Cualquier cosa que haga ahora parece que servirá para estabilizar su vida, centrarle y hacerle mejor persona. Hace poco leía que Tiger y su mujer Ellin habían mandado una carta a la directora del colegio de su hija mayor para pedir disculpas por el comportamiento de Tiger.
Me parece que esta sociedad americana debería de ir, como Tiger, a una clínica de ayuda. Sin embargo sus problemas, me da la sensación, que no tendrían solución. La representación de perdón de Tiger Woods fue absolutamente patética, sin sentido y más parecía un show televisivo de quinta categoría que lo que se merece uno de los mejores deportistas, sino el mejor del mundo.
Su vida privada debe ser suya y solo suya, sus problemas familiares también suyos y sus soluciones también. Que su vida sexual haya sido promiscua como el haya querido es también problema suyo y su solución, si es que quiere solucionarla, también. A nosotros sólo nos debe importar su vida deportiva y lo malo de toda esta situación que se alarga desde la pasada noche de Acción de Gracias, es que Woods sigue sin jugar.
Además del daño que su ausencia pueda hacer al negocio del golf, parece que en cada torneo de máximo nivel en el que Woods no está falta algo muy importante. Las victorias no tienen el mismo valor. La gente y los propios jugadores no se emocionan por la victoria como cuando juega Woods y el juego en si mismo se hace hasta tedioso. La victoria en el Accenture Match Play de Ian Poulter está muy bien pero no vale lo mismo si no está Woods. Ojalá que vuelva pronto y solucione sus problemas, aunque me da la sensación de que eso va para mucho más largo.