Desde luego, la capa de ozono y el calentamiento global está dando que hablar, y si no que se lo digan a Tiger Woods. El número uno del mundo ha decidido retirarse por tiempo indefinido. Han bastado dos semanas de acoso sobre su vida sentimental para hacerle recapacitar y dedicarse a su familia. Un estúpido accidente, todavía sin aclarar, y los descubrimientos de una vida secreta, hinchada por la prensa del corazón, han puesto de manifiesto problemas familiares de un hombre que se tenía por perfecto en la calle y en el rough.
Muchos han sido los detalles en estos 15 días. Un accidente ridículo que se quiso contar como gravísimo; una historia rocambolesca sobre Elin, su mujer, persiguiendo un Cadillac primera mano Escalade con un palo de golf. Se desconoce si era un hierro 7 o un hierro 6, siempre una difícil decisión para cualquier golpe; después la salida a escena de las diferentes compañías; y mientras, retirada de patrocinios, medallas del Congreso y apoyo popular.
En lo deportivo, Tiger había sufrido más de la cuenta en su regreso tras la operación de rodilla. A vista de pájaro se puede apreciar ahora que los problemas familiares han podido afectar algo más de lo previsto. Pérdidas de torneo un domingo saliendo de líder, derrotas con Mickelson, algunos putts y golpes desconocidos... Está claro que el Tigre necesitaba engordar para retirarse a descargar todas estas “energías”. Y de hecho ha estado ya 15 días en su cueva comunicándose sólo a base de mensajes en su web, sin dar la cara, algo impropio del mejor jugador de golf del mundo, y el deportista mejor pagado.
Tiger se retira “avergonzado”. Todo un líder, el número uno del mundo con 14 Grandes, cuatro menos que el Oso Dorado, Jack Nicklaus. Ahora Woods lo único que tiene de oso es precisamente la hibernación. Es de suponer que cuando se recupere del “duro invierno”, el tigre volverá a rugir y enseñar sus garras, todo bien patrocinado por las empresas que ahora se van a tomar un respiro.
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