Pero el camino hasta llegar ahí no ha sido fácil para John Daly, que hasta conocer a Kladakis ha pasado por la vicaría en cuatro ocasiones, cada vez con peor suerte.
“Para mi ella es, probablemente, el ser humano más positivo con el que he estado. Yo ahora me dedico a jugar, a disfrutar con mi profesión y a intentar hacerlo de la mejor manera posible mientras que ella se ocupa de mis otras cosas”, aseguró el norteamericano en Australia, donde ha estado jugando.
Antes de conocer a Anna, la vida de Daly era todo un rosario de frustraciones, primeras páginas de sucesos, detenciones de la policía, abusos con el alcohol, clínicas de desintoxicación y decenas de problemas sin aparente solución, además de una adición a la comida basura que le estaba encaminando hacia un desastre mucho mayor.
En su último show Daly vio como el Circuito de la PGA le suspendió durante seis meses sin dejarle aparecer por ningún torneo de golf profesional estadounidense. Un tiempo que Daly aprovechó para recapacitar, operarse del estómago, adelgazar y ver como el abismo se alejaba una vez más de su puerta casi de milagro.
Tras conocer a su actual compañera, Daly ha perdido 53 kilos de peso, no bebe y es una persona normal. “Todo se lo debo a Anna”, dice feliz, mientras pasea su figura ya no tan horonda por Australia donde ha sido invitado a jugar y donde conoció lo que le ha pasado a Tiger. “Sólo espero que esté bien y que pueda seguir jugando al golf. Del resto no me importa nada”.
“El secreto de nuestra relación es la comunicación que hay entre los dos”, asegura Cladakis, su actual compañera, que ha metido en cintura, y nunca mejor dicho, al que fuera el más grande pegador del circuito americano. Con ella Daly ha adelgazado, va una vez por semana al psicoanalista y gracias a ella se hizo la operación de reducción de estómago que le ha convertido de nuevo en una persona normal. “Ahora se toma hasta una cerveza de vez en cuando y también comemos algo de chocolate e incluso mantequilla de cacahuete, pero solamente un poco”, dijo entre risas la nueva mujer de Daly. Como él, ella piensa que el Estado debería de pagar las operaciones de reducción de estómago. “Creo que el gobierno debería ayudar a los obesos en esta operación. Mi hija Shyna Sano, comentaba Daly, se ha operado y ha perdido 30 kilos y por primera vez en su vida se ha podido poner unos vaqueros. De esta manera tu amor propio mejora, la gente no se ríe de ti y no te toman el pelo. Desafortunadamente a mi me lo tomaron mucho por mi gordura y no quiero que a mi hija le pase lo mismo”.
Daly y su compañera llevan a cabo una campaña a favor de las operaciones de estomago para los obesos, con ayuda del gobierno de los Estados Unidos, algo que todavía la sanidad americana no hace y por lo que los Daly siguen luchando entre torneo y torneo.