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Trabajando para nada

Por Guillermo Salmerón
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lunes 05 de octubre de 2009, 00:00h

El deporte suele ser,la mayoría de las veces justo, por no decir justísimo, pero otras parece muy injusto. Y digo parece porque al final los resultados son los que son y en el caso del golf no hay más justicia que la de la bolita. Si ésta entra en el agujero bien y si no pues eso, que no ha entrado y da lo mismo a quien le echemos la culpa; al empedrado, al putt, al viento, a nosotros mismos o al rival que ha estado más acertado.

En los finales de temporada suele haber espacio y hueco para hablar de la mala suerte, de las injusticias y del mal fario. De la misma manera para quien les ha ido bien esa suerte ha sido buena y la temporada un éxito.

 

En esta ocasión hablamos de dos jugadores, uno español, de Madrid y otro de Inglaterra. Con los dos he tenido la oportunidad de jugar. Con Nacho Garrido en el Club de Campo, en un Open de Madrid y con Kenneth Ferrie en un Pro-Am en la Real Sociedad Hípica Española, también perteneciente al Open de la capital de España. Los dos juegan al golf de maravilla, son simpáticos y excelentes compañeros de partida. Ambos nos dieron consejos a los amateurs y con Kenneth incluso estuvimos a punto de ganar la prueba. Quedamos segundos por un solo golpe.

 

Y es que muchas veces por un solo golpe se decide la victoria o la derrota. En el caso de los jugadores profesionales esa frontera de un solo impacto puede tirar por la borda toda una temporada. Un año de trabajo, de sufrimientos, de viajes, de soledades, de noches de hotel echando de menos a los tuyos y de muchas cosas más que a la hora de ponerlo en la balanza de la temporada haga pensarse muy seriamente si merecen la pena tantos viajes alrededor del mundo.

 

Ellos, los profesionales, trabajan y viven por objetivos. Este año para todos los que participan en el EuropeanTour el primero y más grande era meterse entre los sesenta primeros de la Race to Dubai. El peor puesto de todos, y eso lo sabían antes de empezar, iba a ser el 61. Al que le tocara quedarse fuera por un solo lugar iba a maldecir, seguro su suerte. Y esta ha sido esquiva este año para el madrileño Ignacio Garrido que por apenas 3.699 euros ha visto como ese puesto 61, el que nadie quería, ha sido para él, eso si, de momento. Le queda una última cita en la que arreglar el desaguisado o la mala suerte. Seguro que despu´`es de toda una temporada esa plaza sesenta y uno no le iba a gustar nada. En Singapore tendrá una opción de superar ese puesto 61. Ojalá que lo consiga.

 

Pero el que no se consuela es porque no quiere, que dice el dicho. Mucho más abajo en la clasificación, allá por el puesto 115, el ranking europeo se convierte en un precipicio sin fondo. Cada año los que quedan por debajo de esa posición tienen que volver a la Escuela del Circuito Europeo –a su última ronda, eso sí- y jugársela de nuevo como si lo hecho la temporada pasada no tuviera valor. ¿Y a que no adivinan cuál es el puesto que de verdad nadie quiere antes de empezar la temporada?, ¿el peor de todos? Efectivamente: el 116. Este año “la lotería” le podría tocar al inglés Kenneth Ferrie que acabó después de 24 torneos jugados con 243.764 euros. Cuatrocientos veintisiete menos que el francés François de la Montagne que se quedó el 115. Entre ellos y alguno más se jugará la última plaza y si no a la escuela, a sufrir. 

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