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Despertar en Lerma

Despertar en Lerma

Por Valentín Requena
viernes 03 de julio de 2009, 00:00h

7 AM: Suenan las campanas de cualquiera de los cuatro conventos de la villa de Lerma. Es una forma plácida de interrumpir el sueño. Sobre el lecho un pequeño dosel muy de la época.

En la Plaza Mayor comienza el bullicio de los mercaderes, venidos de diferentes puntos del reino, para exponer sus productos a los habitantes de la zona. El sol comienza a filtrarse por la pequeña ventana del dormitorio y se oye el ir y venir de los criados del Palacio Ducal.

Hay más trabajo del habitual porque se espera la visita de Su Majestad el Rey D. Felipe III, de ahí que el señor del palacio, D. Francisco Gómez de Sandoval y Rojas, primer Duque de Lerma, se encargue personalmente de supervisar todos y cada uno de los detalles. La ocasión lo merece. No todos los días tiene como huésped al Rey nuestro señor para su solaz y descanso.

Todo estaba casi listo, pero faltaba algo. Alguna actividad que hiciera más placentera la estancia de D. Felipe. La caza estaba preparada, las ricas viandas también. ¿Entonces qué sería? ¡Ya está: lo que falta es el golf! D. Francisco se despierta a causa del tañido de las campanas y entonces se da cuenta de que ese deporte del palo y la bola aún no se había inventado. ¡Qué faena!
 

El Duque de Lerma fue un adelantado para su tiempo, y precisamente por eso, por adelantarse, se quedó sin poder presenciar y jugar dos de los mejores campos de golf de España. Si se hubiera esperado unos cuatro siglos, hubiera visto culminada su obra. Lerma y Saldaña distan entre unas pocas leguas y el palacio de D. Francisco, hoy Parador de Lerma, está a tiro de piedra de las dos instalaciones. Estoy completamente seguro que el Duque hubiera jugado, y además bien, al golf y con qué orgullo le hubiera ofrecido al Monarca las dos joyas de sus dominios.
 

Como cualquier tiempo pasado fue anterior, los de ahora, es decir nosotros, podemos disfrutar de dos campos extraordinarios. El de Lerma ya es conocido por miles de aficionados, pero el nuevo, Saldaña, con tan solo un año de funcionamiento, es prácticamente la continuación del primero. Menudo plan: Vuelta en Lerma, lechazo en el mismo club elaborado con esmero por el artista asador Jesús Abad, descansar en el Palacio del Señor Duque y con los primeros rayos del sol a Saldaña para rematar la faena. ¿Alguien da más? Creo que difícilmente.
 

Si ya el campo de Lerma es apreciado por la mayoría de golfistas, no se pierdan la segunda joya de la corona aunque sea joven. Lógicamente ha de mejorar, pero es un adolescente muy maduro y con un futuro envidiable.
 

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