Amigos, salvando el T-23 del guatemalteco José Toledo en el Mercuries Taiwan Open (Asian Tour) y el buen T-15 del argentino Vicente Marzilio en la Fortinet Cup Championship (torneo de cierre del PGA Tour Americas), no hay mucho más. Además, necesito hacer un párrafo aparte y compartir mis sensaciones de lo que pasó en Bethpage Black. Espero que sepan entender mi pequeña licencia.
Ni el más optimista imaginaba este final. Ni el más pesimista imaginaba este final, cuando las cosas cambiaron drásticamente. Y la PGA of America tampoco imaginaba esto, con los precios de las entradas del domingo cayendo en picada. Hoy fue la Ryder Cup que vinimos a buscar los que amamos este deporte, al inicio de este evento. Todo se había desnaturalizado, con un público que rompió demasiados límites y una disparidad sorprendente hasta este día domingo, entre otras cosas. Pero bueno, me da tranquilidad este final porque puedo volver a explicar a aquellos que ven el golf por primera vez el por qué un torneo como este es tan atrapante. Te puede dejar en ridículo rápidamente.
Miren, el domingo de la semana pasada tuve la oportunidad de volver a participar en el querido programa "Bajo Par", manejado por la cabeza principal de nuestro querido medio, Guillermo Salmerón. Y él me llamó para pedir mi visión sobre esta Ryder Cup, teniendo en cuenta que en Sudamérica la relación con el torneo pareciera ser un poco más lejana. Y allí sentía que Estados Unidos estaba un paso por delante, considerando que su capitán Keegan Bradley buscó una preparación más seria que en el campo italiano de Marco Simone Golf y que Scottie Scheffler (no es necesario que aclare que es el N°1 del mundo) estaba con la intención de ponerse el equipo al hombro. Y les puedo asegurar que no es que se describió algo tan descabellado. Bueno, con repasar el artículo que escribimos ayer, nos damos cuenta de cómo el golf puede dar constantemente un GOLPE A LA LÓGICA: el mencionado Scheffler desaparecido (perdiendo los primeros 4 partidos que disputó), la polémica pareja de Collin Morikawa y Harris English perdiendo en sus 2 apariciones (la peor pareja posible, según las estadísiticas de la famosa página Data Golf), un Bryson DeChambeau al que no lo acompañaban bien... En fin, no tiene sentido que repitamos mucho más. El equipo de Estados Unidos estaba bordeando la vergüenza. Y ahí es donde la situación de quedar en ridículo aparece nuevamente.
Ryder Cup Europa pretendía terminar este trámite cuanto antes. Tal es así que empezábamos el día domingo viendo (por ejemplo) cómo DeChambeau se ponía 5 DN en 7 hoyos contra el inglés Matthew Fitzpatrick. Luego, veíamos cómo Justin Thomas (a pesar de conseguir un gran águila, en el hoyo 6) no podía ir más allá contra un inglés Tommy Fleetwood que parecía imbatible. Y también teníamos a un Justin Rose que daba vuelta el primer match contra un Cameron Young que parecía quedarse sin combustible. El conjunto del Viejo Continente quería liquidar la contienda, pero no lo podía cerrar. Y el orgullo americano floreció en silencio, de una manera constante y ejemplar.
Young (uno de los 2 americanos que más puntos ganó del equipo, junto a Xander Schauffele. Es inentendible cómo estuvo sentado en la primera sesión del día viernes) aguantó la remontada del mencionado Rose y ganó su match en el hoyo 18. Thomas, de repente, hace lo mismo con Fleetwood. DeChambeau, en otra remontada sensacional, lograba rescatar medio punto contra el nombrado Fitzpatrick. Scheffler, com más corazón que buen juego, también conseguía su punto contra un Rory McIlroy física y mentalmente desgastado... Y lo que parecía un milagro se estaba transformando en realidad.
Más allá de la victoria de un sueco Ludvig Åberg que sorprendentemente se transformó en vital (2&1 contra Patrick Cantlay. Pero su nivel de los primeros 2 días fue de lo menos rescatable de un conjunto europeo que rozó la perfección), Xander Schauffele le ganaba su match a Jon Rahm (también aquí hubo una sorpresa: 4&3 en favor del estadounidense), J.J. Spaun (otra de las sorprendentes figuras locales) le ganaba su match al austríaco Sepp Straka (2&1) y solo quedaban 4 partidos cuya paridad le daba permiso a una épica que podía ser histórica. ¿Y qué terminó esa épica? Un notable birdie del irlandés Shane Lowry, en un hoyo 18 que parecía que se inclinaba para el lado del local Russell Henley, más allá de su mala salida (desde el bunker del fairway la dejó a 10 pies de la bandera, pero erró su putt). La copa se terminaba de asegurar para el conjunto del Viejo Continente, con más sustos de lo debido.
El resultado fue 15 a 13 en favor de Ryder Cup Europe, más allá de que Ryder Cup USA igualara la mayor cantidad de puntos obtenida en partidos individuales (8 1/2). ¡Hasta pudo haber influido la regla del sobre! Tal es así que el noruego Viktor Hovland, al lesionarse, hizo que Harris English no jugara y consiguiera medio punto, de una manera polémica (de hecho, el mismo capitán americano Keegan Bradley pidió que en futuras ediciones se pueda modificar esta regla. Tiene razón en la injusticia de esta norma). Pero son todas anécdotas de un espectáculo deportivo que habla de lo que significa esta Ryder Cup: emocionante por donde se lo mire.
Párrafo aparte para un Rory McIlroy que consiguió todo lo que quería este año: el AT&T Pebble Beach Pro-Am, el Grand Slam gracias al The Masters, el The Players, el Irish Open y una nueva Ryder Cup fuera de territorio europeo. Párrafo aparte para un inglés Luke Donald que, más allá de no estar de acuerdo con algunas actitudes y formas de su capitanía, es el primer capitán europeo bicampeón del evento, desde que Tony Jacklin lo hiciera en las ediciones de 1985 y 1987. Párrafo aparte para un irlandés Shane Lowry que también vivió una Ryder Cup de ensueño. Y párrafo aparte para un Keegan Bradley que, más allá de decisiones que costaron caro (volvemos a traer a colación la descripta acción de aguantar la pareja de Collin Morikawa y Harris English. ¡Cómo cambia todo con un resultado tan ajustado! También aquí entra, por ejemplo, el hecho de generar una Bethpage Black demasiada accesible), estuvo en la situación incómoda de asumir la capitanía cuando tenía juego para ser parte del equipo... y dejó de lado sus ambiciones personales, dando todo lo que tenía para que la victoria quedara en su territorio y tratando de mejorar la pobre preparación que Zach Johnson diseñó para Roma. Amigos: si los 2 mejores jugadores de tu equipo arrancan perdiendo 6 de sus 7 primeros partidos disputados, todo se hace demasiado cuesta arriba.
Insisto. Un GOLPE A LA LÓGICA generó una Ryder Cup en su máxima expresión. El golf y su imprevisibilidad, nuevamente.