A lo largo de cinco décadas, la reputación de Bernhard Langer como un competidor tenaz ha sido demostrada una y otra vez. Siempre motivado, su control emocional suele mantenerse hasta que el putt decisivo cae o se desliza implacablemente hacia el hoyo. Una tarde lluviosa de lunes, a tres días de su 41.ª y última participación en el Masters, Langer se tomó un momento para reflexionar. El bicampeón evocó su complicada infancia como hijo de un albañil en la Baviera rural, sus problemas con el putt, su notable longevidad y su profundo amor por el Augusta National Golf Club.
Para un joven originario de un pequeño pueblo de 800 habitantes, la experiencia ha sido increíble. En una región donde el golf no era su enfoque, recibir una invitación para participar en el Masters por primera vez resultó ser sumamente complicado para cualquier jugador europeo o internacional —comentó Langer—. Además, lograr ganar su primer Masters a la tercera fue un sueño que se hizo realidad.
Langer observaba fascinado cómo las pantallas de la sala de entrevistas mostraban los momentos más destacados de sus triunfos en el Masters de 1985 y 1993. Más tarde, bromeó acerca del traje rojo monocromático que llevaba cuando se hizo con su primera Chaqueta Verde y sobre su limitado dominio del inglés en aquel entonces. Sin embargo, lo que realmente destacó fue la sinceridad con la que habló sobre la relevancia de ese momento.
“Es muy emotivo. Se nota que se me quiebra un poco la voz solo de darme cuenta de que será mi último Masters competitivo. Después de cuatro décadas, será agridulce”.
A los 67 años, Langer tenía la intención de competir por última vez en el torneo el año pasado; sin embargo, sufrió una ruptura del tendón de Aquiles mientras jugaba al pickleball, lo que requirió cirugía. Al retirarse del Masters, se suma a una extensa lista de campeones muy queridos, entre los que se encuentran sus colegas Sandy Lyle, Tom Watson, Ian Woosnam, Ben Crenshaw y Mark O'Meara para dar su despedida.
“Cada vez me quedo más corto, y el campo se está haciendo demasiado largo”, comentó Langer. “Donde los chicos utilizan hierros 9 y 8, incluso wedges, yo estoy jugando híbridos. Por lo tanto, era consciente de que ya no iba a poder competir”.
A pesar de su edad avanzada, Langer ha demostrado ser notablemente competitivo en Augusta National. En 2014, logró un empate en el octavo lugar a los 56 años. La última ocasión en que superó el corte fue en 2020, cuando ocupó el puesto 29 a los 63 años. Las dos victorias de Langer en el Masters fueron consideradas por él como las más significativas de su trayectoria profesional. Lo que las convierte en aún más destacadas es que, a diferencia de muchos de sus compatriotas estadounidenses y de los jóvenes competidores actuales, no tuvo la oportunidad de crecer rodeado de imágenes del Augusta National.
“No tengo presente el día ni el año exactos en que supe del Torneo de Maestros, pero sin duda no fue sencillo”, comentó. “Cuando era niño, no lo transmitían por televisión. De hecho, creo que no tuvimos televisor hasta que cumplí aproximadamente 12 años. Mi padre no podía costear uno. En esa época solo había tres canales disponibles, y estoy convencido de que el Masters no se emitía en ninguno de ellos.”