Fue pisar tierra en el aeropuerto de Madrid, encender el teléfono y boom...Rory McIlroy, ya había fichado por el LIV Golf. Si algo hace bien la gira saudita en materia de comunicación, es generar rumores. Cientos de cuentas afines al LIV pusieron su maquinaria a funcionar. Solo hubo que esperar un par de horas para que el norirlandés tajante, picnhara el globo del LIV Golf. Lo hizo con unas contundentes declaraciones que tildaban los rumores de noticias falsas y por si alguien aún no le quedaba claro fue lo suficientemente explícito: "voy jugar el PGA Tour por el resto de mi carrera".
La rumores previos sostenidos por una información de un periódico económico hablaban de 850 millones y un 2% del LIV Golf, vamos que a Rory le habrían ofrecido la banca, algunos ya daban por hecho su presencia en Adeliada, otros, metían en el paquete a Viktor Hovland, en realidad fue todo producto del imaginario virtual de las redes, imaginamos que con filtraciones interesadas. El actual número dos del mundo fue tajante: "nunca ha existido dicha conversación.
Este tipo de rumores es una de esas cosas que desafortunadamente tenemos que lidiar, pero obviamente estoy aquí hoy y jugaré este evento del PGA Tour la próxima semana y jugaré el PGA Tour por el resto de mi carrera", comentaba en el campo de prácticas del RBC Hertitage a los compañeros de Golf Channel. Sin embargo las palabras del norirlandés siguen marcando un claro cambio en su discurso mucho más comprensivo con sus ex-compañeros: "que yo no me vea en el LIV no significa que juzgue a la gente que se ha marchado. Una de las cosas de las que me he dado cuenta en los dos últimos años es que la gente puede tomar sus propias decisiones sobre lo que creen que es mejor para ellos. ¿Quiénes somos nosotros para juzgarles por eso?", concluía Rory
Desde el PGA Tour respiran de momento tranquilos, aunque la situación del golf sigue siendo preocupante. Fiel reflejo han sido las audicencias del Masters de Augusta, la CBS anunció la caída de los ratings hasta un 20%, cifras en consonancia con el descenso en los números que esta promediando cada semana el PGA Tour. Si bien lo cierto es que el Masters era la primera gran oportunidad de ver a todos los grandes jugadores compitiendo juntos.
Analizando bien las audiencias encontramos algunas claves que darían un poco más de luz a las cifras, los números si respondieron positivamente a los dos primeros días de juego; coincidiendo con un Tiger Woods más activo y en posición de pelea y el liderato de Bryson De Chambeau. El descalabro mayor fue el fin de semana, especialmente el domingo, donde tres millones más espectadores vivieron el desenlace el año pasado entre Rahm y Koepka de lo que lo hicieron con Scheffler. ¿Conclusiones?, una tan clara como cruel: el número uno del mundo no tiene demasiado carisma, a eso se une una victoria fácil y un aspirante como Ludving Aberg sin tampoco tirón mediático.
Por mucho que diga Tiger, las negociaciones no avanzan al ritmo esperado, la tensión vuelve a ser latente y lo hemos comprobado de primera mano esta semana en el Masters de Augusta. Nunca escucharemos a Jon Rahm poner excusas sobre su rendimiento en el campo, pero podemos asegurar que esta semana ha sido muy incómoda para el campeón defensor de la chaqueta verde, bastante más de lo que el jugador de Barrika verbalizó con los periodistas.
Rahm ha tenido que vivir algunas situciones desagradables, concretamente de jugadores como Patrick Cantley o Max Homa, entre otros, con los que Rahm tenía una buena relación, que literalmente han retirado el saludo al jugador de Barrika, estas, y otras situaciones desagradables, (incluso implicando a los entornos de los jugadores), de alguna forma forma han hecho mella en el jugador de Barrika, que tendrá que acostumbrarse a convivir con estas situaciones.