Partía Rory McIlroy como uno de los grandes favoritos a conseguir la victoria en esta 103º edición del PGA Championship y lo hacía después de conseguir una victoria hace apenas unos días borrando de un plumazo los meses en los que ha estado sin ganar, el mal juego exhibido en sus últimas grandes citas y los cambios en su swing que no han dado éxito.
Tras su victoria en el Wells Fargo Championship, McIlroy llegaba al Ocean Course de Kiawa Island con ganas y como favorito a la victoria. En la primera jornada terminaba con una vuelta de 75 golpes que nos daba algunas pistas de lo que ibamos a ver de su juego.
Esas malas sensaciones se repitieron luego el viernes y el sabado con dos tarjetas de 72 y 74 golpes para terminar de nuevo este domingo con otra tarjeta de 72 golpes y cerrar su semana sin lograr bajar del par del campo y sumando en su marcador un total de +5 que le dejaba mas allá de la quincoagésima plaza.
Hoy el norirlandés firmaba en los nueve primeros hoyos tres birdies y dos bogeys, pero en los nueve segundos las tornas se volvieron cerrando con dos bogeys y un birdie y un 72 que le deja con ese +5 que seguro le sabe a muy poco.
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