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Opinión

Me mata la envidia

Por Guillermo Artola
martes 21 de abril de 2020, 10:55h

Hablaba hace una semana de lo poco solidarios que están siendo los países del norte de Europa con los que de verdad molan, los del sur. Porque sí, económicamente, laboralmente, no sé qué mente, resulta que son muy avanzados y competitivos, pero lo que se dice vivir, no viven.

Durante todo el año trabajan y trabajan, no salen de casa, se reúnen en la de un amigo y allí se agarran melopeas de las de coma etílico. Y luego, con el dinero que han atesorado durante meses de vida norteña, se vienen a Mallorca o al levante peninsular a tirarse de los balcones y a comer platos que, aunque sean en versión para guiris, siguen dándole sopas con ondas a los suyos.

Vamos, que tras todo esto sólo me queda colegir que, en realidad, se pegan esos inviernos porque no pueden hacer otra cosa. No es que quieran trabajar mucho y bien, que éste sería otro tema, es que no saben qué hacer con su vida.

Vale, pues dicho todo esto y jurando por las patas de la cuna del Niño Jesús que no me mueve la envidia, me he enterado que van a empezar a abrir los campos de golf en Alemania. Una vez más demuestran que la solidaridad es un término que no tiene traducción al alemán, y que no es únicamente la Merkel la infectada por este problemilla.

Yo, y como yo vosotros también, estoy seguro, no les deseo que se ponga a nevar como si no hubiera un mañana, que podría ser que no lo hubiera. No quiero que se les hielen los palos de golf, tampoco los sistemas de refrigeración de esos coches con los que, por cierto, hacían trampas en la medición de las emisiones contaminantes y jugaban sucio con el resto de los fabricantes, con los compradores y con el planeta mismo. Ya sé que el alemán de a pie no tiene la culpa de los sinsentidos de sus dirigentes o las caras duras de los grandes fabricantes, lo sé.

Lo único que estoy haciendo es igualar el rasero como cuando se dice que los españoles sólo pensamos en la juerga y en la siesta, y espero que estas generalizaciones les sienten igual de mal a ellos que a nosotros, los cabezas negras…

Una vez establecida mi buena voluntad y la falta absoluta de resquemor hacia los hermanos del norte, a voces digo que me mata la envidia por lo de abrir los campos de golf allí y aquí no…

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