Cuando hace casi veinte años, en su primer viaje fuera de su país, Marc Leishman llegaba a Torrey Pines y se encontraba con un recorrido adornado con múltiples eucaliptos, el australiano pensó que no sería difícil ganar en un lugar que le hacía sentirse como en casa.
Han pasado muchos años, pero el tiempo le ha dado la razón. En un domingo en el que Jon Rahm se quedó a un golpe de reeditar su victoria de 2017, Leishman firmó su quinto título en el PGA Tour presentando una tarjeta de 65 golpes. Una cifra que el español logró anotar el sábado, pero de la que se quedó lejos en un domingo en el que se mostró demasiado fallón mientras que Leishman estuvo impecable.
Con una primera vuelta libre de errores y cinco birdies, el australiano se dejaba marcado un camino que completaría restando tres golpes más en la segunda mitad. Solo un error, el bogey del hoyo 17, abría una ventana al desempate. De haber fallado en el 18, Rahm hubiera tenido la oportunidad de repetir victoria en Torrey Pines. Sin embargo, el birdie con el que Marc sellaba el 18 dio al traste con cualquier posibilidad de duelo, y eso que Rahm lo dio todo en la recta final del día.
Lamentablemente, ese titánico esfuerzo que le llevó a firmar un eagle en el hoyo 13 y cuatro birdies entre el 14 y el 18, no fue suficiente después de una primera vuelta en la que había acumulado tres golpes que, como se demostró al final, pesaron como una losa y le impidieron aguantar el liderato desde el que partía el domingo.
Por su parte, Rory McIlroy, aspirante a convertirse esta semana en número uno del mundo, anotó una ronda final de 69 golpes para acabar tercero junto a Brandt Snedeker, y Tiger Woods, compañero de Jon en las primeras jornadas, logró terminar dentro del top ten.
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