Hay fines de semana que dejan bien claro el tema de conversación de los siguientes siete días. Éste, por ejemplo, tiene un protagonista que para la gran mayoría de los españoles y, sobre todo, para los andaluces será sin duda el día de elecciones que se celebró el domingo. Dejemos eso para las sesudas mentes de los analistas políticos que, por cierto, aciertan en sus predicciones más o menos como nosotros cuando se trata de adivinar quién ganará el Masters o el U. S. Open.
Quién de verdad nos importa a los aficionados al golf es el brillante vencedor del torneo de Tiger, el Hero World Challenge celebrado en las Bahamas con Woods como anfitrión y patrocinado por una marca india de motocicletas que tiene como principal virtud el inmenso número de unidades, más de medio millón, que vende cada año.
Bien, pues el primer clasificado a cuatro golpes del segundo fue Jon Rahm, como sin duda sabrás, y lo consiguió con una última vuelta de menos siete que dejó atrás a Tony Finau y a Henrik Stenson, que partían del mismo menos trece que el español.
Jon estuvo toda la semana en los puestos más altos y parecía que el sueco Stenson le podía dar la lata en las dos últimas jornadas, pero Rahm supo acordarse de que es vasco y el domingo no hubo quien le tosiera. Como ya ocurrió con Sergio García en su momento, Jon Rahm nos está acostumbrando a ganar cada poco tiempo tanto a aquel lado del charco como a éste y bendita costumbre es ésta que seguro que durará muchos años.
Al acabar el Hero se puso presión a sí mismo comparándose con Jordan Spieth y se marcó como meta ganar un par de Grandes esta misma temporada. Me contentaría con que ganara uno, de hecho hay que empezar por ganar uno para poder ganar dos, pero me gusta el desparpajo del chaval que parece no tener miedo a nada y que está seguro de sí mismo como sólo los grandes suelen estarlo. No hay duda de que tiene un futuro inmenso, y coincido con él en que cuanto antes mejor.
Por último, bonito detalle de Hideki Matsuyama, que acabo dando un golpe más que Tiger para quitarle el dudoso honor de quedar último en su torneo.