Ya están los equipos para la Ryder Cup de París. Sólo falta la incógnita del cuarto elemento del equipo estadounidense, después de la llamada de Dechambeau, Tiger y Mickelson.
La gran decepción ha sido la no llamada de Rafa Cabrera Bello. Su buena actuación las últimas semanas no ha sido suficiente, a pesar de que ha podido estar en contacto con Thomas Bjorn y el danés seguro que se lo ha pensado mucho a la hora de descartar al canario.
Bjorn ha debido dormir mal este mes de agosto. Sobre la mesa tenía importantes bazas difíciles de rechazar. Matt Wallace, con su gran victoria en Dinamarca, Mathew Fitzpatrick, Eddie Pepperell, Rusell Knox han brillado esta temporada pero es cierto que no lo han hecho en estos momentos claves.
Pesaban mucho los nombres que rodeaban a estos jugadores, cerca de los puestos de clasificación pero sin ocupar una posición determinante. Está claro que en París se necesitan jugadores de renombre que puedan imponer su carisma y palmarés a pesar de que este 2018 no hayan lucido todo lo que hubieran podido.
Ian Poulter ha resurgido y su carácter le hacían un fijo en las elecciones de Bjorn. Y luego han sido convocados Sergio García, Henrik Stenson y Paul Casey, jugadores claves de siempre que dan más fortaleza al equipo independientemente de cómo lo hayan estado haciendo este año. La experiencia aquí es un grado.
Sobre todo Sergio García, un una temporada muy gris que ni siquiera el reto de clasificarse para París le ha animado. Sin embargo, sus ocho Ryder como jugador y una como vicecapitán, sus 22,5 puntos logrados, su espíritu Ryder y su capacidad para liderar un equipo han convencido a Thomas Bjorn.
Las cuatro elecciones de Thomas Bjorn lanzan un mensaje claro al equipo europeo. La unión hace la fuerza, y el danés quiere un grupo fuerte y con experiencia que se enfrente a un imponente equipo americano que llegará a París con ganas de aguar la fiesta europea.