Cualquiera, aunque lleve cuatro
chaquetas verdes en su armario como es el caso de Tiger Woods, robaría y
mataría por ganar el torneo que esta semana se disputa en el Augusta National,
pero si podemos tener algo seguro es que al final sólo uno se vestirá de verde
con esa chaqueta que nadie se pondría para estar elegante y que sin embargo es
más cotizada que el frac más caro que se pueda encontrar en las calles de
Londres.
Ya que
hemos mencionado al más grande de los jugadores desde Jack Nicklaus, el
californiano Tiger Woods, hay que decir que se ha apresurado a confirmar justo
antes de que se acabara el plazo, que va a estar en este Masters.
Es
indudablemente bueno que Tiger juegue, que le pregunten sino a los
patrocinadores, a las televisiones o a los aficionados, pero con una sola condición,
precisamente esa, que juegue. Lleva una larga temporada en que no sólo no salen
los resultados, es que no parece ni la sombra de lo que fue, sobre todo en el
juego corto.
Es verdad que en Augusta hay que poner la bola en "green", en
cierta zona del "green" según esté la bandera, y que el que piense en ganar
tiene que necesitar relativamente poco juego corto, o estará luchando para
hacer el par. Pero también es cierto que simplemente para pasar el corte
necesitas todo tu juego bien afinado, y esa es la pelea, desgraciadamente, que
actualmente ocupa al cuatro veces ganador de la chaqueta verde.
Además,
hay que mencionar que tendremos a tres españoles en la disputa, Olazábal,
García y Jiménez, y que los favoritos según las casas de apuestas son Rory McIlroy
y Jordan Spieth. No dudo que se puede y se debe calificarles
Como posibles ganadores,
pero yo no dejaría de apuntar en la lista a Bubba Watson y, llamadme nostálgico,
a Phil Mickelson. Los dos zurdos tienen un trozo de corazón en el Masters y
creo que ambos rinden de modo distinto a lo habitual cuando entran en el
Augusta National. El martes que viene hablamos y acertamos seguro al decir el
nombre del ganador.