Yo siempre he sido del Real Madrid. Si, lo he de confesar por si alguien aún no lo sabía. Soy muy merengón y siempre he sido de mi equipo. Aún recuerdo a Breitner con su pelo ensortijado y a Netzer con su rubia melena al viento debutar en el Santiago Bernabeu, a Oscar Pinino Más, a Santillana y sus remates de cabeza, a Juanito, a Miguel Ángel, el portero, a la Quinta del Buitre, a Lozano, Prosinecki, al gran Raúl y ahora, claro a Cristiano Ronaldo. Pero también recuerdo -y es curioso ya que era un jugador del gran rival, del Aleti- a Juan Carlos Arteche, aquél tipo de bigote espeso y nariz torcida que parecía el "Ogro de la cueva".
Era el mas malo de todos, el más duro, el más bronco, o por lo menos lo parecía. Se peleaba con su sombra y desde sus casi 1,90 metía miedo por arriba y por abajo. Si es verdad que Arteche estaba lejos del estereotípo de defensa con clase como ahora pueden ser, por poner sólo dos ejemplos, Rafael Varane o Sergio Ramos, en el Real Madrid. Arteche era otra cosa. Era pundonor, sacrifício, fuerza, coraje y mala leche, mucha mala leche.
Era de los que si el equipo perdía por tres goles y quedaban cinco minutos para que el partido terminara subía a rematar un córner como si la vida le fuera en ello y el partido se pudiera remontar, empujaba a todo el equipo y un grito suyo se oía no sólo e el estadio sino también fuera de él.
Por supuesto, llegó a la selección española y todavía hoy se le recuerda, y mucho. Los que no le conocieron siguen asociando su imagen a la de un tipo duro, leñero, sin esa estampa de fino estilista, resolutivo con el balón e impenetrable como una roca, un tipo que daba miedo a los delanteros y a los que paseaban por la calle si se lo encontraban por la acera. Pero para los que le conocimos Arteche era, literalemnte, un pedazo de pan. Un tipo con un corazón que no le cabía en el pecho, un buen padre, un gran marido, un enamorado del buen fútbol y un apasionado del golf.
Hace algunos años, Juan Carlos Arteche -Artechenbauer, como le rebautizaron futbolísticamente en referencia al central alemán Beckenbauer y quizá haciendo algo de mofa de su menor calidad- llegó a La Salme´s Cup y allí jugó su último torneo de golf dejando una huella imborrable en todos nosotros. Hoy hemos vivido, un año más, en La Copa Comunicación, el Memorial Juan Carlos Arteche, con compañeros suyos del Atlético de Madrid, con rivales del Real Madrid, con su mujer y sus dos hijas y con muchos amigos que lo disfrutamos mientras estuvo con nosotros. Yo, personalmente, tuve la suerte de contar con él cerca de dos años en Bajo Par, en Radio Marca, y allí aprendí de él, entre otras cosas, que las apariencias engañan.
Hasta pocos días antes de su adiós siguió hablando con nosotros cada semana en la radio, contándonos como estaba luchando contra "el bichito" y feliz de que la cosa fuera "poco a poco mejor". Siempre fue un positivista nato pero la realidad y el cáncer se lo llevaron finalmente. Hoy, en el Centro Nacional de Golf, entre birdies, golpes, bolas de golf y pelotas de fútbol, hemos pasado un buen rato recordando a Arteche, al amigo, al rival, al pedazo de pan, al hombre grande, al terror de los delanteros y a uno de los mejores defensas del fútbol español.
En el cielo estará, seguro, con otro cántabro como Seve al que le encantaba el fútbol, pero seguro que los dos estarán jugando al golf, como si lo viera. Eso si hablando del Racing, del Barça, del Atléti y claro...de mi equipo, del Real Madrid.