Les recordamos que ella comienza su andadura con 14 palos de 9 juegos distintos y la mayoría de hombre. Cuando los socios del Real Club de Neguri “tiraban” sus palos porque los cambiaban por otros, Angel Larrazábal los recogía, les limpiaba el óxido que pudieran tener y los preparaba con mucho cariño para la niña, pero entre todos esos palos nunca tuvo un blaster. Sus approach los realizaba con otros hierros, al igual que Seve, por cierto su gran ídolo.
Mucho más tarde, cuando ya puede tener un juego Mcgregor propio, ya si había blaster y entrenó tanto con ese hierro que poco a poco fueron borrándose las letras y los seguidores del juego de Elvira decían que era capaz de hacer hablar al palo. Esa leyenda se sigue contando y de hecho cuando en alguna ocasión ha prestado ese palo a alguien…también han salido bien los approach, aunque como ella dice “!que no es el palo, que es el indio!”
Tomó la decisión de deshacerse de todo lo que tuviera que ver con el golf.
Desaparecen los palos de su casa, al blaster lo tiene cariño y simplemente lo esconde, desaparecen las horas diarias dedicadas a dar clase, desaparecen las idas y venidas de la Galea a su casa….todo desapareció al poco de nacer Carmen. Carmen tiene una minusvalía psíquica del 94% y para Elvira comienza otra vida.
En ningún momento se queja de lo que la está tocando vivir. Echa mucho de menos esos viajes que hacía con su padre en vespa, viajes complicados porque había sobrepeso en la moto ya que viajaban Angel, Elvira, el juego de palos y la maleta de la niña. Viajes en los que el papá disfrutaba casi más que ella.
Ya no viajaba a Madrid a jugar los internacionales en el Club de Campo y se hospedaba en casa de su “tio” Marcelino Morcillo, otro grande de este deporte. Una mujer adelantada a su tiempo que cambia su modo de vida por su familia. Eso casi siempre pasa en el mundo profesional femenino, las mujeres anteponen su familia, si es que han decidido tenerla, antes que su profesión o afición, no siempre es fácil compaginar la vida laboral con la familiar.
He tenido oportunidad de conocer bastantes anécdotas de esta gran jugadora (a ella no le gusta que le regalemos estos calificativos), es cierto que no sabría con cual quedarme, aunque no es menos cierto que según voy sabiendo de ella, más la entiendo y más la “admiro”.
Elvira Larrazábal se casó con José María Ortiz de Mendóbil (los aficionados al fútbol lo conocerán bastante bien), ex árbitro internacional y creador de la famosa “moviola”, pues bien, es el artífice de que Elvira volviera a coger un palo. Ella añoraba jugar al golf, después de esos 14 años, él le dice que por lo menos vaya de vez en cuando a dar unas bolas y se da cuenta que no se la había olvidado y sobre todo que la seguía entusiasmando.
Elvira y José María tienen tres hijos y ninguno de ellos se ha dedicado al golf ni al fútbol, dos de ellos son deportistas, pero se mueven en otros ambientes aunque siempre han vivido de muy cerca el golf y sienten verdadera admiración por su madre, y ella feliz sobre todo de que sus hijos la quieran. En otro sitio donde la quieren y admiran es en el Club de Neguri donde conmemorando el aniversario del Club han hecho un homenaje a principios de este mes de Abril a gente insigne y como no, estaba la Larrazábal.
La anécdota simpática era que regalaban a esas personas un pin con el escudo del Club y con el año en el que ganaron algún torneo, a Elvira le hicieron el mismo regalo y como había ganado tantos años, tuvieron que añadirle una chapita con ellos porque no cabían todos en el pin.
Desde el programa de radio “Tee de Rojas” la hemos hecho llegar un reto y es que nosotras vamos a Neguri y jugamos un partido las cuatro, ¿no sería una gozada?. Creo que seremos capaces de convencerla, tenemos aliados (aunque ella no lo sepa) que nos ayudarían y también sería algo fantástico para ella pues hace cuatro años le dio un infarto cerebral y volvió a dejar este deporte un poco de lado. Se recuperó y está como loca por volver a coger un hierro en sus manos, lo lograremos nosotras? Seguramente lo conseguirá ella misma con sus ganas, con su empuje y con ese coraje que tiene que es capaz hasta de hacer hablar a un blaster.
Gracias a la familia Larrazábal que nos ha hecho llegar mucha documentación y sobre todo una fantástica historia de gente normal, con una mujer increíble a la cabeza a la que le entusiasma el golf.