El punto de observación no podía ser mejor: el tee del uno de La Faisanera. Nuevo campo en las inmediaciones de Segovia al que iba por primera vez.
Greenes impecables, calles en un estado de alfombra persa, pero de un solo color, ese verde fuerte y constante. El diseño de uno de los grandes: Chema Olazabal.
Esperando mi turno de salida, y acordándome de quien había planificado el campo, inconscientemente me puse a rumiar la agradable noticia de que el extraordinario jugador vasco será el capitán del equipo europeo en la Ryder del 2012. No puede haber una decisión más justa. ¿Quién mejor? Dos grandes, dos vice capitanías, un derroche de juego y victorias que la enfermedad truncó temporalmente.
Chema está feliz. Su enfermedad está remitiendo. Según sus palabras, hace ya cuatro meses que el dolor ha mutado a ser solamente molestia. Le queda aún mucho para estar en condiciones para ganar, pero creo que el hecho de que pueda jugar y estar cerca de los jugadores que estarán bajo su batuta, es mucho.
Necesita saber como respira cada uno, cuáles son sus problemas y cuales sus necesidades. Sabe que el reto será grande porque la próxima edición de la Ryder se disputará en territorio comanche y él mejor que nadie sabe que los problemas serán de gran calado. Prepararán un campo idóneo para su juego, el público de Chicago es especialmente vehemente y los europeos no lo tendrán nada fácil. Pero la dificultad será un aliciente para Chema que siempre se ha crecido ante los retos más complicados. Excepto la edición del año pasado, siempre estuvo con Seve en estos avatares y seguro que lo echará de menos, ya que el cántabro siempre ha sido un referente en su vida deportiva.
-¡Vamos Requena, que te toca salir, en qué piensas c …aramba! –me gritaron mis compañeros de juego.
La salida no fue para tirar cohetes ni muchísimo menos.
Mientras me dirigía a mi bola para dar el segundo golpe en ese par cinco, seguía pensando qué esa visión que yo tenía en ese momento, la tuvo Chema en muchas ocasiones en su trabajo extraordinario en La Faisanera.
Me incorporé al juego. No quería perder las cervezas. Mentalmente le deseé a Olazabal lo mejor.