García, todo un veterano de la Ryder Cup, ya está en Celtic Manor como un miembro más del equipo para intentar ayudar y disfrutar de una competición en la que siempre se ha sentido muy a gusto y en la que se ha visto la mejor cara del jugador castellonense.
Sergio, que tiene en su haber la fortuna de haber disputado cinco Ryder Cup, ha probado la dulzura de la victoria y el amargor de la derrota. Por sus mejillas ha corrido lágrimas de tristeza por perder la Copa, de emoción con Darren Clarke, sufriendo con él toda su dramática historia, y con Chema Olazábal la alegría de ganar una Ryder histórica.
Este año, casi desde el principio de la temporada, ya se veía que Sergio lo iba a tener muy complicado para estar en el equipo. Según iban pasando las semanas, su presencia en el combinado se hacía más difícil y su juego cada vez empeoraba más. En el Open Británico, tras el Madrid Open en el que reconoció que “lo tenía muy complicado”, Sergio habló con Monty y le dijo que “si no se clasificaba o no lo elegía quería estar en el equipo”. Entonces le preguntó, “¿si no entro podrías darme un buggie?”
“Le pregunté -comenta Montgomerie- qué quería decir con eso, y me dijo: “Me gustaría ayudar, por favor. Me gustaría ser parte del equipo. Me gustaría ser parte de esto de alguna manera, así que si no soy capaz de entrar en el equipo y no me selecciona querría aportar algo como ayudante”.
Dicho y hecho. Unas horas antes de que Montgomerie diera sus elecciones definitivas para el equipo, incluyó un último fichaje en su lista, el de Sergio García en el equipo como cuarto vicecapitán. “Creo que es fantástico que un chico de 30 años pueda ser vice capitán en la Ryder. En esta competición Sergio está a la altura de Seve Ballesteros o de Ollie y será un punto de apoyo importante para nuestro equipo”.