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Real Club de Golf Pineda, tradición en Sevilla

Real Club de Golf Pineda, tradición en Sevilla

Por Josega Fernández
jueves 15 de octubre de 2009, 00:00h

Tan sólo con decir que el campo ya existía en la Sevilla de los años 40 da que pensar y soñar. La tradición del Real de Pineda, con su característico hipódromo entre dos hoyos, es un campo amable para disfrutar en una ciudad llena de sensaciones.

El Real de Pineda tiene historia y tradición, pero no es hasta 1992, año mágico en la ciudad con la famosa Expo, cuando el campo se convierte en un recorrido de 18 hoyos. Su característica principal es su amabilidad, con calles anchas y fácil de jugar caminando, aunque es verdad que es bastante largo, con unos pares 5 de campeonato.

Destacan ante todo el 7 y el 8, dos hoyos que cruzan la pista del hipódromo, un lugar mítico que recuerda las carreras de muchas estrellas equinas de todos los tiempos. El 7 es un par 4 de 434 metros de blancas y el 8 un par 5 de 539, así que hay que pegar fuerte, largo y duro, aunque no hace falta ser muy preciso porque la anchura de la calle permite excesos. En el 8, además de largo, el green está cuesta arriba y eso tampoco ayuda. El hoyo 8 es el más largo pero no el más difícil, cualidad que le corresponde al 7.

Hasta el hoyo 7, los primeros retos del recorrido no son demasiado exigentes. El hoyo 4 es el primer par 5 de 469 metros de blancas, y a continuación un par 3 largo, de más de 200 metros con agua, aunque hay alivio por la izquierda. El siguiente par 3 es el 9, también de casi 200 metros desde blancas y con un green muy defendido por arena.

La segunda vuelta también comienza con cierta comodidad, con dos hoyos pares 4 factibles, aunque de nuevo el 12, par 5 de 518 metros desde blancas se hace muy largo. Después, quizá para compensar, un par 3 de 128 metros cuesta arriba de auténtica precisión. Para seguir, de nuevo dos pares 4. El 14, de 283 metros con dog leg a la derecha, se puede acortar mucho por encima de los árboles, pero el aproach se puede complicar. En el 15, el agua antes de green obliga a pensar el segundo golpe si la salida no es muy larga. Sus 361 metros son la causa de esa difícil decisión.

Los tres últimos hoyos tienen de todo. El 16, par 3 con agua que hay que superar sí o sí con 166 metros. Después un par 4 de 481, siempre desde blancas, largo y estrecho que a estas alturas de partido se puede hacer complicado. Y para acabar el hoyo 18, el handicap 2. Son 417 metros en el que se necesita una buena salida para afrontar el green con garantías.

Al final, un campo agradable, con sabor a golf clásico, rodeado de árboles y con calles anchas para pegar a gusto la bola. Si tenemos el día podemos disfrutar y si no, como siempre nos acordaremos de los buenos golpes.
 

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