Europa ha ganado con más tensión de lo esperado la Ryder Cup al imponerse por un ajustado13 a 15en Bethpage Black, territorio hostil y corazón del golf estadounidense. En esta 45ª edición, el Viejo Continente no solo venció: conquistó. Lo hizo ante un público ensordecedor, en un campo brutal que exigía precisión quirúrgica y temple de acero, y frente a un equipo local que partía como favorito tras su derrota en Roma y que en los partidos de individuales sacó toda su garra hasta hacer pensar a Europa que podía perder el torneo en los individuales.
Jon Rahm lideró con garra, ejecutando golpes imposibles que desafiaron la lógica, aunque fue de más a menos en el torneo. Tommy Fleetwood fue el motor silencioso, infalible en los momentos clave. Rory McIlroy, con su fuego competitivo, encendió al equipo en los momentos de máxima tensión y Shane Lowry aportó corazón y coraje, convirtiéndose en el alma de la resistencia europea, con su último putt incluido, junto a un equipo que siempre estuvo a la altura con todos sus integrantes sabiendo que formaban parte de un combinado único, aunque esta vez no pudieran plantarle cara a los estadounidenses en los individuales.
Pero esta victoria tiene un nombre propio: Luke Donald. El capitán inglés ha demostrado, por segunda vez consecutiva, que su liderazgo sereno y estratégico es sinónimo de éxito. Ha construido un equipo unido, valiente y letal, capaz de silenciar Bethpage y escribir una página dorada en la historia de la Ryder. Y es que con él Europa no solo ganó. Europa dejó huella. Y Donald, ya sin discusión, entra en el olimpo de los grandes capitanes.
Sin embargo, la victoria no fue fácil en una jornada de individuales donde el equipo americano mostró por fin su calidad y el orgullo que han tenido siempre, sobre todo jugando en casa y ante cerca de 200.000 espectadores en una Ryder que empezó dominando Europa claramente y que terminó con el susto en el cuerpo para todos ellos después de la buena actuación de los americanos el domingo.
Los dos primeros partidos erán muy importantes para el devenir del marcador y en los dos, los estadounidenses se hicieron con el triunfo. En el primero Cameron Young ganaba a Justin Rose por 1 Up en un match que se decidió en el 18 después de que el inglés volviera a demostrar con sus 45 años de la pasta que está hecho. En el segundo ganaron también los estadounidenses. Esta vez el triunfo fue para Justin Thomas que en un match muy igualado suoperó a Fleetwood, uno de los destacados del equipo europeo, por 1 Up.
La primera gran decepción para el equipo europeo fue el partido empatado por Matthew Fitzpatrick con Bryson DeChambeu. El americano remontó cinco hoyos al europeo para terminar empatando y sacando medio punto complicando aún más las cuentas europeas. Con ese panorama, las noticias no estaban siendo buenas para el equipo del Viejo Continente que veía como los americanos seguían ganando partidos. Así, Scheffler batía a McIlroy por 1 Up, Schauffele a Rahm por 4 y 3, en el peor partido del de Barrika y Spaun a Straka por 2&1. En la última fase del torneo, con el marcador 10,5 a 13,5, cuatro partidos en el campo, dos dominados por Estados Unidos y dos empatados. Y al final fue Sahne Lowry el que dió el medio punto necesario para retener la Copa y taérsela de nuevo a casa.
Con 11 a 14 en el marcador sólo faltaban tres partidos para saber si Europa conseguiría llegar a los 14,5 para ganar la Ryder en suelo americano. En la primera de las tres oportunidades Hojgaard no pudo lograrlo ante Griffin, que ganó por 1 Up, Hatton y Morikawa llegaban empatados al 18. Allí el inglés logró salvar otro medio punto más que daba el soñado 14,5 a Europa para culminar con medio punto más, el logrado por MacIntyre que dejaba el definitivo 13 a 15 para el equipo europeo.
Las apuestas saltaron por los aires
La Ryder Cup 2025, celebrada en el desafiante campo Bethpage Black de Nueva York, generó una enorme expectación entre los aficionados al golf. Europa llegaba como vigente campeona tras su contundente victoria en Roma, pero el ambiente previo favorecía a Estados Unidos. El equipo norteamericano, liderado por Scottie Scheffler —número uno del mundo— y reforzado por jóvenes promesas como Cameron Young y Ben Griffin, partía como favorito según las casas de apuestas.
Los seguidores esperaban una edición vibrante, marcada por el fervor patriótico y la presión del público neoyorquino, considerado uno de los más ruidosos del circuito. Las cuotas iniciales daban ventaja a EE.UU., reflejando la confianza en el factor cancha y la profundidad del equipo estadounidense. Sin embargo, la experiencia europea y su cohesión como bloque mantenían viva la esperanza de una nueva hazaña en terreno rival.
Bethpage Black, sede de la Ryder Cup 2025, prometía ser un escenario implacable. Conocido por su dureza extrema, este campo neoyorquino exigía precisión quirúrgica desde el tee y nervios de acero en los greenes. Los aficionados anticipaban que su diseño desafiante —con roughs espesos, bunkers intimidantes y pendientes traicioneras— sería un factor decisivo. Se esperaba que el público local, apasionado y ruidoso, añadiera presión adicional a los jugadores europeos. Muchos expertos consideraban que Bethpage no solo pondría a prueba el talento, sino también la resistencia mental. En este entorno, cada golpe contaba, y sobrevivir al campo era casi tan importante como ganar puntos, aunque al final el león no fue tan fiero como lo pintaban sobre todo por las lluvias previas que hicieron que la bola se colocara y la preparación de un campo que sorprendio a casi todos por estar más sencillo de los habitual -un debe en el marcador de Keegan Bradley- fuera tan agresivo. Pero en el campo todas estas teorías, los favoritismos previos y la presión de jugar en Estados Unidos se cayeron como un naipe atras la primera jornada del viernes.
Un comienzo espectacular
Europa sorprendió en la jornada inaugural de la Ryder Cup, imponiéndose con autoridad sobre Estados Unidos en el exigente campo de Bethpage Black. El equipo europeo, liderado por un brillante Jon Rahm, cerró el día con una ventaja de 5,5 a 2,5. En los foursomes matutinos, Europa dominó con tres victorias contundentes: Rahm y Hatton vencieron a DeChambeau y Thomas por 4&3; Åberg y Fitzpatrick superaron a Scheffler y Henley por 5&3; y McIlroy junto a Fleetwood aplastaron a Morikawa e English por 5&4. Solo Schauffele y Cantlay lograron un punto para EE.UU. al derrotar a MacIntyre y Hovland.
El sábado las cosas tampoco cambiaron mucho ni para Europa ni para Estados Unidos. Europa firmó una actuación histórica en la segunda jornada, ampliando su ventaja hasta un contundente 11,5 a 4,5 sobre Estados Unidos. Por la mañana, en los foursomes, el Viejo Continente dominó con tres victorias y un empate. Rahm y Hatton brillaron frente a Schauffele y Cantlay, mientras McIlroy y Fleetwood arrollaron a Morikawa e English.
Por la tarde, en los fourballs, Europa mantuvo el ritmo. McIlroy y Lowry vencieron a Thomas y Young; Fleetwood y Rose superaron a DeChambeau y Scheffler; Hatton y Fitzpatrick ganaron a Burns y Cantlay; y Rahm con Straka cayeron ajustadamente ante Spaun y Schauffele.
Destacó el golpe imposible de Rahm desde el búnker en el hoyo 8, considerado uno de los momentos más espectaculares del torneo. La solidez europea y los errores de figuras clave como Scheffler —que perdió todos sus partidos— dejaron a EE.UU. contra las cuerdas. Europa solo necesita 2,5 puntos en los individuales del domingo para retener el trofeo.
Por la tarde, en los fourballs, Rahm volvió a brillar junto a Straka, venciendo a Scheffler y Spaun por 3&2. Fleetwood y Rose también sumaron un punto frente a Griffin y DeChambeau. EE.UU. reaccionó con una victoria aplastante de Young y Thomas, mientras que el duelo entre McIlroy/Lowry y Burns/Cantlay terminó en empate.
En los indivuiduales Europa, tras la retirada de Viktor Hovland sumó medio punto más que también añadió a su marcador Estados Unidos con Harris English como jugador sacrificado por Bradley y sólo era cuestión de tiempo que los hombres de Luke Donald sumaran los dos puntos necesarios para empatar y llevarse la copa y los 2,5 para ganar la Ryder en suelo estadounidense por quinta vez en la historia, aunque como siempre la emoción no falto en esta 45º edición del mejor torneo de golf del mundo decidiéndose la victoria en los últimos hoyos de los últimos partidos y sellando ese final y maravilloso 13 a 15.
La próxima edición de la Ryder Cup se celebrará del 17 al 19 de septiembre de 2027 en Adare Manor, un prestigioso campo ubicado en el condado de Limerick, Irlanda. Será una edición especial, ya que marcará el centenario de esta emblemática competición.
En cuanto al capitán del equipo europeo, aún no se ha confirmado oficialmente, pero Justin Rose suena con fuerza como candidato. Su trayectoria en la Ryder Cup —con seis participaciones y un sólido récord de 13 puntos en 23 partidos— lo convierte en una opción natural. Rose ha expresado públicamente su interés, aunque también ha señalado que la decisión debe priorizar lo mejor para el equipo. Otros nombres que podrían entrar en la conversación son Francesco Molinari, vice-capitán en las dos últimas ediciones, y Luke Donald, quien podría hacer historia si repite por tercera vez consecutiva, algo que no ocurre desde Bernard Gallacher en los años 90.
En el bando norteamericano, tras el pinchazo con Bradley se habla y mucho de Tiger Woods. Aunque rechazó el cargo en 2025 por sus compromisos con el PGA Tour, su experiencia como jugador y capitán en la Presidents Cup 2019 lo convierte en el candidato ideal para liderar el equipo en suelo europeo, donde Estados Unidos no gana desde 1993.
La elección se anunciará en 2026 y será clave para definir el enfoque del equipo: si se apuesta por una figura icónica como Woods para motivar y cohesionar, o por un perfil más táctico y discreto. En cualquier caso, el reto será enorme, ya que Europa ha demostrado una gran solidez en las últimas ediciones y jugará en casa, en un campo que promete ser técnico y exigente.