No quisiera estar en los zapatos de él. A su vez, me encantaría entrevistarlo lo antes posible. Más allá de que su ida a LIV Golf no haya sido de mi agrado, es uno de los jugadores que más respeto allí y yo creo que es uno de los mejores golfistas del mundo, más allá de las hipérboles soporíferas que la gira de capitales saudíes intentan establecer torpemente. Ahora bien, lo que le está pasando en este último tiempo es realmente inmerecido. Y me gustaría que su situación mejore. A la vez, tenemos que decir que estamos en un punto de inflexión para su carrera.
El LIV Golf Indianápolis, último torneo perteneciente a la competencia individual, quedó en manos del colombiano Sebastián Muñoz. ¿Y cómo llegó a esto? Empezando con una ronda de 59 golpes, compuesta de 14 birdies y un doble bogey: algo que no se ha visto nunca. Hay que realizar la salvedad sobre un The Club at Chatham Hills al que le faltó cierta complejidad y no estuvo a la altura de las circunstancias. Pero eso no le quita mérito al representante de nuestra región, quien impuso un ritmo insoportable. Y esto lo decimos más allá de que tuvo que definir el evento en un playoff (se resolvió todo en el primer capítulo del desempate), contra alguien que se convirtió en un... ¿inesperado protagonista? Increíble pero cierto.
Sebastián Muñoz le ganó el mencionado desempate a Jon Rahm, quien hizo 60 golpes en la ronda final y se quedó con el campeonato individual de LIV Golf, venciendo a Joaquín Niemann con lo justo. El problema es que aquí hay un tema insoslayable: nuestro representante tiene cinco victorias en la temporada, contra... ¡ninguna del español! Y yo entiendo que la consistencia debe ser valorada, siendo esto el "defecto" de un Niemann que solo tuvo un Top 10 fuera de sus victorias (en este LIV Golf Indianápolis) y siendo la virtud de un Rahm con participaciones que no bajaron del puesto N°11. Sin embargo, un ranking anual que no pondera la victoria como se merece es imposible de explicar y afecta a la credibilidad. De hecho, la misma FedEx Cup del PGA Tour tuvo que hacer sus ajustes para este año, todavía conviviendo con el problema de encontrarle mayor atractivo al que tiene. Por lo tanto, corresponde reconocer que realmente el joven golfista chileno está cosechando mucho menos de lo que ha trabajado. Y el contexto que lo rodea toma otro peso por todo esto.
Niemann tendrá nuevas participaciones en los próximos majors y no dudo de que seguirá peleando por seguir avanzando y seguir consiguiendo resultados que justifiquen lo que esperamos y lo que pensamos sobre sus capacidades golfísticas. No obstante, Niemann enfrentará la temporada 2026 con un reciente cambio de coach (generado por el mismo Edoardo Miquel, de una manera bastante desprolija), con un reciente cambio de caddie y sin la compañía de su gran amigo Guillermo "Mito" Pereira, quien deberá intentar renovar su plaza por el evento "LIV Golf Promotions" (aquí agregamos que su futuro es realmente incierto, si esto no se concreta. Habría que barajar todas las posibilidades). En consecuencia, no solamente es afrontar este resultado difícil de digerir. Los cambios son demasiados y en muy poco tiempo. Y los ojos del mundo del golf lo están analizando con mayor delicadeza, sabiendo los comentarios exagerados que se han hecho sobre su juego. ¿Será capaz de dejar de lado todo lo que hemos descripto y subir de nivel?
Queremos que la respuesta sea positiva. Insisto: nos encanta su garra para ir siempre por más. Pero es necesario decir que Joaquín Niemann está EN UN MAR DE PREGUNTAS. Tendrá que salir a flote y trabajar para conseguir certidumbre.