Este jueves, el icónico Bernhard Langer, a sus 67 años, vestido de rojo como cuando el Masters de 1985, se presentó en el Masters de Augusta para lo que será su última participación en este prestigioso torneo. Con una trayectoria que abarca más de 40 ediciones y dos chaquetas verdes en su haber, Langer llegó al emblemático campo con una mezcla de nostalgia y gratitud, habiendo declarado emocionado antes del torneo su profundo amor por Augusta y las innumerables experiencias que ha vivido en sus años de competencia.
La primera ronda del teutón fue un viaje emocional, no solo para él, sino también para los aficionados que lo han seguido a lo largo de su carrera. Desde el primer hoyo, el alemán mostró destellos de su talento inigualable, con un juego de hierros preciso y un putt que, aunque no siempre fue perfecto, evocó recuerdos de sus días de gloria. A pesar de su edad, Langer demostró que la pasión por el golf y la conexión con el campo son eternas.
A lo largo de la jornada, el veterano golfista se enfrentó a los desafíos del recorrido de Augusta, donde cada hoyo cuenta una historia. Con un birdie en el hoyo 3, Langer encendió la esperanza de sus seguidores, quienes lo vitoreaban con cada golpe para terminar sus nueve primeros hoyos con un ilusionante uno abajo. En los nueve segundos, el almán firmó una segunda parte de la ronda con bogeys al 12, 13 y 17 para terminar con un +2 que no está nada mal y que le deja con posibilidades de pasar el corte este viernes para ver si puede jugar su último Masters hasta el domingo.