La Solheim Cup es uno de los eventos más importantes en el mundo del golf femenino, comparable en relevancia con la Ryder Cup, pero enfocado exclusivamente en el golf femenino. Este torneo bienal enfrenta a dos equipos: uno compuesto por las mejores golfistas de Europa y otro por las mejores de Estados Unidos. Desde su primera edición en 1990, la Solheim Cup ha sido un escenario de competencia intensa y ha ayudado a elevar la visibilidad del golf femenino a nivel global.
La Solheim Cup lleva el nombre de Karsten Solheim, un noruego-estadounidense que fundó la famosa marca de equipamiento de golf PING. Solheim, un gran defensor del golf femenino, tuvo la visión de crear un torneo internacional que diera a las jugadoras profesionales la oportunidad de competir en un formato de equipo similar a la Ryder Cup. Con el apoyo de la Ladies Professional Golf Association (LPGA) y la Ladies European Tour (LET), la primera edición de la Solheim Cup se celebró en 1990 en el Club de Golf Lake Nona, en Florida.
El formato del torneo sigue un esquema clásico de competencia por equipos, con una combinación de partidos de “fourballs” (mejor bola), “foursomes” (golpes alternos) y partidos individuales. La Solheim Cup se disputa cada dos años, alternando entre sedes en Europa y Estados Unidos aunque este año repetirá por segundo año consecutivo y tras la edición de Finca Cortesín en donde Europa y Estados Unidos empataron quedándose la Copa Europa por tercera edición consecutiva el equipo del Viejo Continente.
Primeros años de dominio estadounidense
Durante las primeras ediciones de la Solheim Cup, el equipo de Estados Unidos dominó la competencia. La edición inaugural de 1990 fue ganada de manera contundente por las estadounidenses, con un resultado de 11.5 a 4.5 por las americanas. Durante las siguientes ediciones, Estados Unidos continuó mostrando su superioridad, ganando seis de las primeras ocho ediciones del torneo. Jugadoras icónicas como Juli Inkster y Meg Mallon fueron piezas clave en el éxito de su equipo durante esos años.
Sin embargo, a pesar del dominio estadounidense inicial, la Solheim Cup comenzó a atraer más atención y apoyo en Europa. Cada torneo fue una oportunidad para que las golfistas europeas demostraran su capacidad para competir al más alto nivel. Europa había acumulado cuatro derrotas en las cinco primeras ediciones y la capitana, la local Dale Reid, introdujo varios cambios: a las clasificadas por méritos (las inglesas Trish Johnson, Laura Davies y Alison Nicholas, la francesa Patricia Meunier-Lebouc, la española Raquel Carriedo y las suecas Annika Sorenstam y Sophie Gustafson), Reid sumó cuatro suecas más y a su compatriota Janice Moody. Y las modificaciones surtieron efecto.
Con el paso de los años, la Solheim Cup ha evolucionado hacia una competencia mucho más igualada. A partir de los años 2000, el equipo europeo empezó a ganar más terreno y a competir de manera más feroz contra sus rivales estadounidenses. La victoria europea de 2003 en Barsebäck Golf & Country Club, en Suecia fue especialmente significativa, ya que rompió con la tradición de dominio estadounidense en suelo europeo.
Uno de los momentos más emocionantes en la historia reciente de la Solheim Cup ocurrió en 2013, cuando el equipo europeo logró su primera victoria en suelo estadounidense, en el Colorado Golf Club, con un aplastante 18-10. Esta victoria marcó un punto de inflexión en la rivalidad, subrayando la calidad del equipo europeo y llevando la competencia a un nuevo nivel de expectativa.
En las ediciones más recientes, la Solheim Cup ha seguido ofreciendo espectáculos de altísimo nivel, con finales que a menudo se deciden en los últimos partidos individuales. La edición de 2019, celebrada en Gleneagles, Escocia, fue particularmente dramática, con Europa ganando por un estrecho margen de 14.5 a 13.5, gracias a la actuación estelar de la noruega Suzann Pettersen, quien selló la victoria en el último hoyo del último partido. En 2021, en Inverness, Ohio, Europa ganaba por un ajustado 13 a 15 mientras que en la Costa del Sol, en Finca Cortesín empataban a 14 puntos.
Impacto en el golf femenino
La Solheim Cup no solo ha sido un escaparate del talento individual y colectivo, sino que también ha tenido un impacto significativo en la visibilidad del golf femenino. Ha inspirado a nuevas generaciones de jugadoras y ha atraído a un público más amplio. La rivalidad entre Europa y Estados Unidos ha generado interés global, y la competencia ha sido transmitida en televisión en todo el mundo, lo que ha ayudado a elevar el perfil del golf femenino de manera notable. La Solheim Cup ha crecido desde sus humildes inicios en 1990 hasta convertirse en uno de los eventos más prestigiosos del golf internacional. Su rica historia de rivalidad y espíritu deportivo asegura que seguirá siendo una competencia fundamental en el calendario del golf femenino durante muchos años más.
Raquel Carriedo fue la primera, la que tiró la puerta abajo, fue quien antes que nadie en España se embarcó en la bonita aventura de la Solheim Cup. El cambio de milenio trajo meses después una gran noticia como la clasificación de la jugadora maña para la gran competición intercontinental que en el año 2000 se disputaba en Loch Lomond (Escocia). Raquel no había ganado aún ningún torneo, pero computaba ya un buen puñado de segundos puestos. Entró en el equipo dirigido por Dale Reid por méritos propios y compartió vestuario con seis jugadoras suecas. Después también participó en las edición 2002, siendo una de las primeras españolas en destacar en el panorama internacional del golf femenino. Su actuación contribuyó a elevar el perfil del golf en España y a fortalecer el equipo europeo en aquellas ediciones.
Después fue otra malagueña, Ana Belén Sánchez la que representó a españa en la Solheim Cup de 2003. También Beatriz Recari, Paula Marti y Tania Elósegui se unieron a la élite de golfistas españolas en la Solheim Cup. Recari fue parte del equipo europeo que hizo historia en 2013 al lograr la primera victoria europea en suelo estadounidense, en el Colorado Golf Club. Todas ellas demostraron su talento y compromiso con el equipo europeo, ayudando a consolidar la reputación de España como una potencia en el golf femenino.
Entre las jugadoras más destacadas, Azahara Muñoz y Carlota Ciganda han sido figuras clave en varias ediciones. Muñoz debutó en 2011 y fue pieza fundamental en la histórica victoria europea de ese año. Ha participado en múltiples ediciones, contribuyendo con su consistencia y habilidad bajo presión. Ciganda, por su parte, ha sido una jugadora fundamental desde su debut en 2013, conocida por su potencia y capacidad en momentos cruciales y la que dio el punto definitivo en el green del 17 en Finca Cortesin para que Europa pudiera retener la Copa hasta esta próxima semana en la que veremos que sucede.