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Guillermo Salmerón

Golf, el waterpolo y el mus

Golf, el waterpolo y el mus

Por Guillermo Salmerón
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sábado 15 de junio de 2024, 10:25h

Nunca había tenido que escribir sobre una persona tan cercana que se nos hubiera ido. Si he tenido en estos últimos años -imagino que como todos- que despedir a seres queridos cercanos y entrañables, pero nunca tuve que redactar unas líneas con el dolor clavado en el alma sobre ellos.

Y he de decir que no es fácil, sobre todo cuando el que ya no está con nosotros era más que eso, más que un amigo, un familiar cercano o alguien conocido.

Constantino Mediavilla fue para mí un referente en lo personal, me regaló su amistad y creyó en un proyecto que él ya había lanzado hace algunos años creando Elperiodigolf.com. Lógicamente Madridiario.es -su gran obra y su legado para todos nosotros- le obligaba casi a ocuparse de él las 24 horas del día con su amigo y alter ego Pepe Brías, así que en un momento dado y con la ayuda y colaboración de José Gabriel Fernández me propuso que dirigiera el primer periódico en internet de golf de España y le descargara de algo de trabajo.

No dudé ni un minuto y enseguida, con el golf como aliado –una de las pasiones de Constan-, empezamos a trabajar juntos.

Siempre intenté aprender de como se movía como pez en el agua entre los vericuetos de la política local, la que le gustaba de verdad, pero cuando veía que tenía dos minutos entraba en su despacho para hablar con él de golf, de torneos, de grandes jugadores, de proyectos que se me ocurrían y que siempre tuvieron su beneplácito y su ayuda.

No podría escribir y reflejar en estas líneas lo que aprendí de él, lo que disfruté con él y lo que me quedo de un Constantino Mediavilla que, además del golf, amaba el waterpolo, si el waterpolo -que había practicado de joven- de cómo se apasionaba con una buena comida y unas buenas manos de mus o un buen partido de baloncesto –llegó a retransmitir en la radio aquel mítico partido del Real Madrid con los Boston Celtics en el Palacio de los Deportes de su Madrid-.

Todo lo vivía con intensidad máxima y sabía transmitírtela a la perfección, desde lo más importante y trascendente hasta lo más insignificante y carente de importancia. Todo era importante para él y también sus amigos y su gente cercana.

Ahora que no está nos quedará un vacío que intentaremos rellenar con sus recuerdos. Los míos, con él jugando al golf de vez en cuando, echando unas manillas de mus –que siempre me ganaba- y trabajando codo a codo durante muchas horas del día aprendiendo de él todo lo que podía y siempre con una sonrisa cómplice en su rostro.

Adiós maestro. Te quiero.

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