Tengo que reconocer que me gusta cómo juega Brooks Koepka.
En realidad, no sé si encontraría algún jugador de los grandes circuitos que no me dejara impactado con su juego, pero el americano cachitas lo hace como todos querríamos hacerlo. Hay un tailandés, Kiradech Aphibarnrat, gordito y blandito como un oficinista bien pagado y que cuando camina desgasta los pantalones a la altura de las rodillas de tanto que rozan una con la otra.
Con estas condiciones físicas y todo, el tío juega que te mueres, pero tal vez sería el ejemplo que antes me faltaba de cómo no querría jugar. Eso sí, sus resultados me los adjudicaba ahora mismo sin dudar. Sin embargo, Koepka junta todo lo bueno. Si le ves jugar y las imágenes te permiten entender cómo está la bola y a cuantos metros tiene el “green”, seguramente piensas en que tú golpearías de este modo y si fueras bueno de verdad y lograras hacer trescientos metros con el “driver”, entonces jugarías de tal manera.
Vale, acto seguido Brooks hace exactamente eso y lo hace bien. No digo que tengamos delante al próximo Tiger, tal vez eso sea difícil de repetir, pero desde luego tenemos a uno de los mejores de todos los tiempos y va a estar ganando Grandes cada año durante una larga temporada.
Si hay que destacar algo que no me gusta de Koepka es lo mascar tabaco. De vez en cuando se le ve escupir algo de color marrón que se explica por los bultos que tiene a menudo en los carrillos. Si masca tabaco porque le parece menos antideportivo que fumarlo, no sé qué opinar. La verdad es que los americanos lo hacen más a menudo que los europeos y, por ejemplo, no es extraño en jugadores profesionales de beisbol, pero sigue sin gustarme. Lo que desde luego no tiene desperdicio es cómo juega el día que decide que le toca ganar. Un espectáculo.
En otro orden de cosas quizás más festivas, nos vamos de vacaciones. Yo pienso hacer de dos a tres “birdies” cada vez que juegue en estos días de no trabajar, y os deseo el doble a cada uno de los oyentes.
Bueno, y ahora en serio, mucho cuidado con el coche a la ida, a la vuelta y en las idas y venidas a las paellas y las gambas rojas. Nos vemos en septiembre y no admito que falte nadie. Un abrazo amigos…