Una Ryder Brutal

Brutal, emocionante, apasionante, genial, creo que ha sido una de las ediciones más bonitas de la historia de la Ryder Cup. El equipo europeo ha demostrado una vez más que, aunque no sean los mejores del mundo, unidos son más fuertes e imbatibles que nadie.

Contra todo pronóstico, porque éramos muy pocos los que hablábamos de la victoria antes de empezar y las apuestas vaticinaban un triunfo aplastante del equipo americano, los nuestros han luchado como verdaderos guerreros hasta el último hoyo, sin dejar de soñar. Inspirados seguro por el milagro de Medinah y su capitán, que estaba allí para celebrar la victoria, y por esa bolsa de Seve Ballesteros a la entrada del Player’s room para recordarles ese espíritu de lucha, han logrado una de las victorias más inesperadas de la historia.

Tras el arranque un tanto frustrante, admito que dudaba del carisma y de la capacidad de liderato del capitán, especialmente cuando vi los emparejamientos del primer día, y me equivoqué porque no solo el planteamiento, sino sus elecciones y decisiones, han sido un éxito rotundo.

Me ha parecido brutal la Ryder de principio a fin. Brutal la actuación del rookie Fleetwood, brutal la pasión de Poulter, brutal la pareja García-McIlroy, brutal la actuación de los rookies, brutal la victoria de Rahm frente a Woods siendo la primera vez que se encontraban en el campo de golf, brutal el punto ganador de Molinari –se lo merecía-, y brutal el punto con el que Sergio García ha hecho historia en la Ryder Cup.

Me ha sorprendido la paupérrima actuación no solo de los jugadores del equipo americano, sino de su capitán, que no ha sabido ni inspirar a su equipo, ni formar las parejas ganadoras a pesar de tener a todos sus jugadores, salvo Mickelson, entre los 20 mejores del mundo. Me ha decepcionado especialmente la actuación de Tiger Woods que pensé que vendría con las garras afiladas y se ha ido sin ganar un solo punto en esta Ryder.

Es difícil, muy difícil elegir un momento, un golpe, una situación porque ha sido un cúmulo de emociones de principio a fin. Ha sido, para mí, una Ryder Cup BRUTAL.