La temporada del PGA Tour ha cerrado con un desenlace que, más allá del título del RSM Classic, ha puesto el foco en la frontera más decisiva de la clasificación de la FedEx Cup: el límite de los cien primeros, la línea que separa a quienes tendrán exención completa en 2026 de quienes deberán buscar alternativas en categorías parciales, exenciones médicas o la Escuela de Clasificación. En Sea Island se vivió un auténtico torneo dentro del torneo, con historias de supervivencia y frustración que reflejan la dureza del sistema. Nadie logró salvar su temporada con un resultado milagroso, pero sí se escribieron capítulos que marcarán carreras.
El caso más llamativo fue el del novato Ricky Castillo, que firmó una ronda final de 62 golpes, ocho bajo par, con un espectacular 28 en los primeros nueve hoyos y un putt de birdie de diez metros en el 16. Su actuación lo proyectaba al puesto 89º de la clasificación, pero un golpe ajeno cambió su destino. Max McGreevy, con un birdie de nueve metros en el hoyo 18, completó un 63 sin bogeys y relegó a Castillo al tercer lugar. El resultado fue cruel: Castillo terminó en el puesto 102º, fuera del top 100, mientras McGreevy saltaba del 89º al 60º, asegurando no solo su tarjeta sino también un lugar en el Aon Next 10, que da acceso a torneos exclusivos como el Pebble Beach Pro-Am y el Genesis Invitational. “Odio escuchar que fui yo quien hizo eso”, confesó McGreevy, consciente de haber cambiado la suerte de un compañero.
En el límite de los cien, hubo quienes sobrevivieron pese a no brillar en Sea Island. Danny Walker se mantuvo en el puesto 97º, Michael Brennan en el 98º y Takumi Kanaya en el 99º, todos beneficiados por los puntos acumulados previamente. Karl Vilips, en el 100º, ya estaba exento gracias a su victoria en temporada, pero su posición lo convierte en símbolo de la frontera. Son los últimos hombres dentro, ejemplos de cómo la regularidad y los triunfos previos pesan más que un sprint final.
Por debajo, la historia fue distinta. Lee Hodges, en el 101º, firmó su mejor semana del año con un cuarto puesto, pero se quedó a las puertas. Su exención médica le dará margen en 2026, aunque el sabor es agridulce. Ricky Castillo, como se ha señalado, fue el gran damnificado, un talento emergente que ofreció su mejor golf en el momento crítico, pero que quedó fuera por un putt ajeno. Doug Ghim también sufrió la dureza del sistema: falló un birdie de 4,8 metros en el último hoyo que le habría permitido entrar en el top 110º y evitar la reorganización. Se conformó con un 66 y un séptimo puesto, insuficiente para cambiar su destino. Otros jugadores en la franja 103º-110º mejoraron posiciones pero no alcanzaron la exención completa, quedando en categorías parciales.
El RSM Classic también alteró la frontera del top 60, con consecuencias inmediatas en el Aon Next 10. El ganador, Sami Valimaki, saltó del 74º al 51º, asegurando presencia en los eventos premium. Nico Echavarría pasó del 62º al 55º, mientras Max McGreevy protagonizó el salto más espectacular, del 89º al 60º. Tres jugadores que optaron por descansar cayeron fuera del top 60: Jordan Spieth, Jake Knapp y Kevin Yu, ejemplos de cómo cada semana puede alterar el estatus. Patrick Rodgers, que entró en la ronda final dentro del top 50, descendió al 62º tras un discreto 69º.
La lectura editorial es clara: la doble frontera, la del top 100 para la tarjeta completa y la del top 60 para el Aon Next 10, convierte el cierre de temporada en un tablero estratégico donde cada golpe cuenta. Valimaki y McGreevy son los grandes ganadores de Sea Island, uno por el título y otro por el golpe que cambió su carrera. Castillo y Hodges, en cambio, simbolizan la dureza del sistema, donde incluso el mejor golf en el momento decisivo puede no ser suficiente. El PGA Tour 2026 ya tiene a sus cien exentos, mientras los demás deberán buscar caminos alternativos para seguir persiguiendo el sueño. La frontera de los cien, una vez más, demostró ser el verdadero torneo dentro del torneo.