Para cualquier jugador del mundo terminar dentro del Top-ten del The Open Championship en un campo como Royal Troon y con unas condiciones climatológicas como hemos vivido, hubieran sido un magnífico balance para casi cualquiera, pero da la sensación que para Jon Rahm y su inconformismo habitual -siempre quiere ganar lo que juega- esta séptima plaza sabe a poco y la realidad es que el de Barrika, que terminó hoy con -3, su mejor resultado de la semana, no ha brillado en un torneo donde lo mejor para él ha sido su sensación de juego y lo peor ese corto resultado que ha evitado que pudiera luchar por la victoria.
Y eso que Rahm empezaba de una manera fulguirante su última ronda con tres birdies al 1, 2 y 3 que nos hacían abrir los ojos y desperezarnos viendo como a lo mejor el milagro de remontar podía hacerse realidad. Tras esos primeros tres hoyos perfectos Rahm firmó tres pares seguidos al 4, 5, y 6 y el cuarto birdie de su vuelta en el 7 terminando con dos pares más, sin error y con un parcial de 32 golpes y cuatro bajo par que nos dejaban con la ilusión a flor de piel.
En los nueve segundos un par en el 10 y un bogey en el 11 y luego siete pares para terminar nos dejaron sin opcuiones de soñar con la victoria teniendo que consolarnos, nosotros y él, con una séptima plaza que sabe a poco, pero que por lo menos nos asegura la presencia en la 153º edición del Open Championship en Royal Portrush.
Habrá que seguir esperando para ver cuando llega la próxima victoria de Jon Rahm que esperemos que sea o en el LIV Golf Series de esta semana que viene en Londres o en los Juegos Olímpicos, en el Golf National de París donde Jon Rahm derrotó en 2018 a Tiger Woods en su primer enfrentamiento individual de una Ryder Cup que ganó brillantemente el equipo europeo en la capital de Francia.